La vida de John Lennon se truncó hace 29 años por Mark David Chapman y el mundo se quedó atónito. Había muerto el líder de Los Beatles. Había muerto, quizá, uno de los mejores músicos y cantantes del siglo XX.
Su asesino. Un fanático admirador nacido el 10 de mayo de 1955, en Texas. Estuvo hospitalizado durante su juventud por enfermedad mental porque estuvo al borde del suicidio. En fin, todo un caso mental que por desgracia se cruzó en el camino del intérprete de Imagine.
Dicen que el día que mató a Lennon, Chapman compró en una librería de Nueva York un ejemplar del libro El guardián entre el centeno de J.D. Salinger. El protagonista de este clásico de la literatura moderna era un adolescente de 16 años de edad con tendencia a descubrir los rasgos más ridículos de los seres humanos.
El asesino estuvo rondando el edificio donde Lennon vivía junto a su esposa. Incluso, cuando el cantante bajó para irse a la calle, Chapman lo abordó para que le firmara su disco Double Fantasy . Luego, de eso se fue, pero solo por una horas.
A eso de las 10 y 50 de la noche del ocho de diciembre de 1980, Mark David Chapman se le acercó cuando lo vio llegar. Le disparó seis veces, cuatro de esos balazos se fueron para la espalda del intérprete, pero uno le perforó la arteria aorta.
“Me han disparado, me han disparado”, solo alcanzó a decir Lennon, mientras se desangraba hasta morir a las once y 20.
El asesino ni se inmutó ni hizo nada por huir tras cometer el crimen. Se quedó leyendo su libro El guardián entre el centeno. Nadie sabe hasta ahora si fue un asesinato premeditado o simplemente fue la locura de alguien atormentado.
Lo cierto es que aquel ocho de diciembre de 1980 cegaron la vida de un gran hombre, de una gran músico a los 40 años edad, cuando tenía mucho qué hacer por el mundo. (Alexander Changanaquí)