Antes de que abran el spoiler, solo quería decir que nunca me había sentido tan a gusto escribiendo algo:
Narraciones para pensar I
-Verá usted (o ustedes); desde los conocimientos (y capacidad) que he adquirido en mi no tan larga experiencia en este mundo, puedo aceptarle sin rechistar siquiera un segundo, sus proposiciones acerca del significado que se tome como válido de la vida. Filósofos, astrónomos, matemáticos, literarios, antiguos... en fin, todas las profesiones de todas las épocas habidas han dado su punto de vista y sí, amigo mío, punto de vista, porque no es más que una vulgar opinión la cual sólo intenta provocar la ira del destino o Dios, como le quieran llamar. Hay más ejemplos. Piénselo.
Esta vez quisiera que charlemos no de divinidades ni seres sobrenaturales, no de cómo empezamos ni cómo terminaremos. No voy a tratar de marearlo con elaboraciones teóricas alto complejas y si así lo prefiere, puedo usar un lenguaje más cotidiano que prescinda de tener que leerse dos veces para poder entenderse…
Todo lo que quiero contarle se basa en nosotros, los seres humanos, que respecto de la definición de “humano” que leí en enciclopedias, nada de ello tenemos.
No importando mucho aquello, pienso ya adentrarme en lo mío. Ansío contarle acerca de dos mundos conectados, no miseria y riqueza, no igualdad y desigualdad, no diferencias étnicas, eso déjelo para los gustosos de realizar índices o gráficos. Allá ellos y su esposa la calculadora. Para dejar de dar vueltas sobre un eje introductorio que de a poco ya no va teniendo sentido, voy a comenzar dándole un ejemplo que, sepa disculpar, sigue siendo en cierto modo de introducción:
Supongamos que a usted, gozador de una vida sana, se le declara una enfermedad que le impide satisfacerse o por lo menos, limitarse de ciertas actividades que en un pasado cercano disfrutaba de hacer. Llamémosle enfermedad 1. Si para esa enfermedad no existiera la cura, usted, querido oyente, ¿viviría únicamente esperando que se cree de alguna manera u otra, el antídoto contra su malestar? Sé que es algo superficial, pero no lo tome de ese modo. Trato de preguntarle que si mientras realiza su vida, mantiene por dentro una falsa esperanza la cual es su razón de existir. O si quiere hágala verdadera, no obstante, la realidad es que las esperanzas son sólo eso: esperanzas… Si la pasara mal, sabiendo que no es como el resto de sus compañeros. Si esto lo hiciera sentir menos, conociendo que ha sido limitado… ¡sin causa aparente o razón alguna! Usted, ¿viviría únicamente para y en la espera del antídoto medicinal que elimine ese malestar que agobia su rutina de vivir?
Si le contara lo siguiente: después de un año de que usted vive con la enfermedad 1, de repente y sin previo aviso, a usted se le declara la enfermedad 2. Es otra de esas enfermedades que limitan a usted, tanto por dentro como por fuera y a las relaciones con sus pares. Dígame que caería en depresión. Que quiere pegarse un tiro… yo con gusto le daré el arma y no porque esté de acuerdo con su opinión. Le daría dos razones, aunque espero que tome como válida la primera: una, su apreciación por la vida es tan aberrante, que no me explicaría -como muchas otras cosas- por qué se le ha otorgado tal beneficio totalmente gratis.
Dos, porque como ha dicho uno de mis pensadores favoritos, “no estaré de acuerdo con su opinión, pero defiendo a muerte su derecho a respetarla”, agradézcale a Voltaire. Dispongo de tiempo si quiere discutir sobre ello después.
Hablo, señor o señora, de enfermedades graves, si pesca un resfriado sonaría ilógica mi exposición.
Desde lo más profundo, quiero que entienda mi mensaje, y para ello, voy a transformar su vida en lo que me diría en su estado actual, un infierno. Usted ha vivido por años con 1 y 2, pero, empieza a sentir dolor, mucho. El médico al que concurre teme confesarle algo por cuestiones de lógica, ¿acaso podría volverlo loco? Quien sabe… Finalmente, le diagnostica la enfermedad 3. Usted ha sido más que limitado, quizás piense que tiene tanta mala suerte que si en una tormenta cayera por casualidad un solo rayo, este lo haría justo en el lugar donde usted andaba parado en el momento. Muy bien, ha caído en la desdicha total. Las enfermedades que posee a modo de ejemplo siguen apareciendo con el correr del tiempo y cuando ni siquiera ha terminado de desenvolverse con la enfermedad 3, aparece la 4, y ni siquiera le ha dado tiempo de terminar de llorar la 2 o 3… ¿cree que su desdicha es muy grande? Voy a mover más piezas en este tablero, ha fallecido un familiar suyo. Le han chocado el auto, su única fuente de trabajo. Esta noche el vecino, con quien no lleva una estrecha relación, le ha roto el vidrio de la puerta de su casa de un piedrazo. ¿Más? Le han robado. Y algún “amigo”, que poco menos que usted tiene y justo en sus momentos de crisis, le alardea acerca de la marca de ropa que lleva puesta, la cual es una copia barata aunque este insista en decir que es la verdadera... ¿Quiere que le explique las circunstancias? Todo esto le ha pasado (A excepción de las enfermedades 1 y 2) en menos de un mes. ¿Todavía planea vivir? ¿No le parece ya que todo ha terminado? Quizás el destino, Dios, Yhavé, Jheová -ya le he dicho que prescindo de un concepto específico- quiere de una vez por todas reparar el mal cálculo que hizo haciéndolo nacer a usted… hay más posibilidades todavía.
Déjeme decirle algo mi oyente, por más que me haya escuchado transmitirle estas cosas con tal naturalidad, le confieso que hasta ahora he constituído un personaje y nada de lo que pueda haberle dicho realmente de manera objetiva o subjetiva, refleja mi verdadero parecer y he aquí por fin, que termina mi introducción para ir al verdadero punto de reflexión. La cual quizás, no lo sé, sea menos larga que la propia introducción que nos ha concernido hace segundos.
La verdad es que nunca existirán dos personas como usted, y no por hacerlo sentir especial, hablo de las enfermedades 1, 2, 3 ,4… de sus pérdidas, sus vidrios rotos. Eso sólo lo tiene usted, ¿sabe por qué? Porque otros tendrán MÁS. Si no existiera otra persona como usted, si no hay alguien con quien compartir un exacto dolor, entonces le propongo esto: creemos otro mundo. Usted será otra persona en tal. Y esa persona, ella, tendrá la esencia de mi teoría. Y mi teoría le dice que usted no está muerto, ni mucho menos tiene ganas de estarlo. La vida para usted está mucho más allá de una simple enfermedad. Eso lo hace poderoso, casi invencible, su vidrio roto, su auto chocado, usted se ha dado cuenta de que vidrio y chapas, no son más que un material. Algo que ya no tiene su forma original y nada más. Se da cuenta usted, de que sus enfermedades no tienen cura, pero que tampoco lo han matado, que si usted les tratara, como a un amigo o amiga, y les hace sentir cómodas, entonces no habría problema en que vayan de la mano.
Ha hecho caso omiso a la muerte, mas allá de que usted profesa una religión, y no asocie “religión” con “ir a la Iglesia”, que nadie daría por válida, aunque fuese “la verdadera”. Usted apoya una donde el Cielo no existe arriba ni abajo, donde el infierno no se encuentra ni abajo ni arriba. Simpatizante mío (lo debe ser si ha llegado a leerme hasta estas circunstancias), el cielo y el infierno están dentro de su corazón. Un sitio donde se puede pintar tanto de dorado como de negro, y, ¿acaso no dicen que la gente va al Cielo o al infierno? Le contesto con una pregunta, ¿esa gente que ha fallecido, no se halla en lo más profundo de su corazón? Entonces, ya hemos encontrado el Cielo. Mas también el infierno, ya que a otros que no quisiera ver ni en fotografía también la recuerda, pero en menor grado supongo, por ello, usted las va borrando. Así como quema una foto, su recuerdo arde en el infierno.
Si yo le dijera que nada está perdido, que su plan de vida es igual de grande que el de cualquiera, que su Creador jamás se ha equivocado, sino que nunca estuvo más acertado en darle vida… ¿Dejaría usted esa pesada arma con la que una vez quiso destruir una esperanza? Mi teoría, de la cual estoy muy seguro o segura, se basa en algo más grande todavía, y es que le he creado un mundo para que la entienda, un lugar donde es una persona feliz, pero no por eso un mundo perfecto. Aclaremos lo siguiente, en este mundo las guerras no han acabado, el capitalismo reina desde sus castillos de monedas y alfombras de billetes, todo sigue igual. Perdón, ya dije que no iba a entrar en números. Es este mundo en donde solo usted ha cambiado y solo porque yo le dije. Sus relaciones siguen bajando la mirada como compadeciéndolo cada vez que los pone al tanto de su situación insalubre. Pero le repito, aquí la única diferencia es usted. ¿Leyó historias de fantasía? Donde el protagonista viaja a través de dimensiones o mundos en donde todo es extraño o confuso, o simplemente nada es igual. Aquí el que traspasó fue el mundo y no usted. Este es quien se ha encontrado con algo extraño o confuso, como quiera definirlo. Porque ya no es más aquella persona que se ha deprimido, que pidió prestada aquella arma de fuego. Usted vive feliz, sin preocupaciones y si alguien le agacha la cabeza se la vuelve a levantar sin inmutarse un segundo por si este sentía realmente tristeza de su estado actual. En fin, dentro de poco lo llamarán loco, nadie podría creerle que vive feliz, y he aquí una parte importante de lo que quiero explicarle, nadie cree que usted alcanza la felicidad, porque el mundo está sumido en un concepto que afirma que la realidad es deprimente. ¿Cuántas veces le habrán dicho que deje de fantasear, que la "realidad" es otra? Dígame, yo le he creado un mundo y le hablé de otro, dígame si no se ha sentido parte de los dos en los respectivos momentos en que se los relaté. Entonces ¿cuál es la realidad? Yo he creado dos dimensiones para usted… ahí es donde falla el ser humano, mi amigo o amiga, se han inventado una "realidad tristísima". Yo diría que este es el punto máximo en donde los cuestionamientos no tardarán en venir.
Mi punto no es seguir una corriente filosófica positivista -aunque se podría definir así- solo quiero decirle que, cada uno se crea su propia visión de los hechos, no se llama fantasía a que usted tenga una propia. Mas sí, ha vencido al titiritero. O por lo menos cambió su curso de la obra. Quien quiera aceptar una realidad aclamada por la mayoría realmente me da pena. Solo se ha dejado meter en un agujero de tantos sabiendo que tenía las alas para salir y eso, fiel espectador, es ser menos evolucionado que los dinosaurios.
Hasta lueguito.
Narraciones para pensar I
-Verá usted (o ustedes); desde los conocimientos (y capacidad) que he adquirido en mi no tan larga experiencia en este mundo, puedo aceptarle sin rechistar siquiera un segundo, sus proposiciones acerca del significado que se tome como válido de la vida. Filósofos, astrónomos, matemáticos, literarios, antiguos... en fin, todas las profesiones de todas las épocas habidas han dado su punto de vista y sí, amigo mío, punto de vista, porque no es más que una vulgar opinión la cual sólo intenta provocar la ira del destino o Dios, como le quieran llamar. Hay más ejemplos. Piénselo.
Esta vez quisiera que charlemos no de divinidades ni seres sobrenaturales, no de cómo empezamos ni cómo terminaremos. No voy a tratar de marearlo con elaboraciones teóricas alto complejas y si así lo prefiere, puedo usar un lenguaje más cotidiano que prescinda de tener que leerse dos veces para poder entenderse…
Todo lo que quiero contarle se basa en nosotros, los seres humanos, que respecto de la definición de “humano” que leí en enciclopedias, nada de ello tenemos.
No importando mucho aquello, pienso ya adentrarme en lo mío. Ansío contarle acerca de dos mundos conectados, no miseria y riqueza, no igualdad y desigualdad, no diferencias étnicas, eso déjelo para los gustosos de realizar índices o gráficos. Allá ellos y su esposa la calculadora. Para dejar de dar vueltas sobre un eje introductorio que de a poco ya no va teniendo sentido, voy a comenzar dándole un ejemplo que, sepa disculpar, sigue siendo en cierto modo de introducción:
Supongamos que a usted, gozador de una vida sana, se le declara una enfermedad que le impide satisfacerse o por lo menos, limitarse de ciertas actividades que en un pasado cercano disfrutaba de hacer. Llamémosle enfermedad 1. Si para esa enfermedad no existiera la cura, usted, querido oyente, ¿viviría únicamente esperando que se cree de alguna manera u otra, el antídoto contra su malestar? Sé que es algo superficial, pero no lo tome de ese modo. Trato de preguntarle que si mientras realiza su vida, mantiene por dentro una falsa esperanza la cual es su razón de existir. O si quiere hágala verdadera, no obstante, la realidad es que las esperanzas son sólo eso: esperanzas… Si la pasara mal, sabiendo que no es como el resto de sus compañeros. Si esto lo hiciera sentir menos, conociendo que ha sido limitado… ¡sin causa aparente o razón alguna! Usted, ¿viviría únicamente para y en la espera del antídoto medicinal que elimine ese malestar que agobia su rutina de vivir?
Si le contara lo siguiente: después de un año de que usted vive con la enfermedad 1, de repente y sin previo aviso, a usted se le declara la enfermedad 2. Es otra de esas enfermedades que limitan a usted, tanto por dentro como por fuera y a las relaciones con sus pares. Dígame que caería en depresión. Que quiere pegarse un tiro… yo con gusto le daré el arma y no porque esté de acuerdo con su opinión. Le daría dos razones, aunque espero que tome como válida la primera: una, su apreciación por la vida es tan aberrante, que no me explicaría -como muchas otras cosas- por qué se le ha otorgado tal beneficio totalmente gratis.
Dos, porque como ha dicho uno de mis pensadores favoritos, “no estaré de acuerdo con su opinión, pero defiendo a muerte su derecho a respetarla”, agradézcale a Voltaire. Dispongo de tiempo si quiere discutir sobre ello después.
Hablo, señor o señora, de enfermedades graves, si pesca un resfriado sonaría ilógica mi exposición.
Desde lo más profundo, quiero que entienda mi mensaje, y para ello, voy a transformar su vida en lo que me diría en su estado actual, un infierno. Usted ha vivido por años con 1 y 2, pero, empieza a sentir dolor, mucho. El médico al que concurre teme confesarle algo por cuestiones de lógica, ¿acaso podría volverlo loco? Quien sabe… Finalmente, le diagnostica la enfermedad 3. Usted ha sido más que limitado, quizás piense que tiene tanta mala suerte que si en una tormenta cayera por casualidad un solo rayo, este lo haría justo en el lugar donde usted andaba parado en el momento. Muy bien, ha caído en la desdicha total. Las enfermedades que posee a modo de ejemplo siguen apareciendo con el correr del tiempo y cuando ni siquiera ha terminado de desenvolverse con la enfermedad 3, aparece la 4, y ni siquiera le ha dado tiempo de terminar de llorar la 2 o 3… ¿cree que su desdicha es muy grande? Voy a mover más piezas en este tablero, ha fallecido un familiar suyo. Le han chocado el auto, su única fuente de trabajo. Esta noche el vecino, con quien no lleva una estrecha relación, le ha roto el vidrio de la puerta de su casa de un piedrazo. ¿Más? Le han robado. Y algún “amigo”, que poco menos que usted tiene y justo en sus momentos de crisis, le alardea acerca de la marca de ropa que lleva puesta, la cual es una copia barata aunque este insista en decir que es la verdadera... ¿Quiere que le explique las circunstancias? Todo esto le ha pasado (A excepción de las enfermedades 1 y 2) en menos de un mes. ¿Todavía planea vivir? ¿No le parece ya que todo ha terminado? Quizás el destino, Dios, Yhavé, Jheová -ya le he dicho que prescindo de un concepto específico- quiere de una vez por todas reparar el mal cálculo que hizo haciéndolo nacer a usted… hay más posibilidades todavía.
Déjeme decirle algo mi oyente, por más que me haya escuchado transmitirle estas cosas con tal naturalidad, le confieso que hasta ahora he constituído un personaje y nada de lo que pueda haberle dicho realmente de manera objetiva o subjetiva, refleja mi verdadero parecer y he aquí por fin, que termina mi introducción para ir al verdadero punto de reflexión. La cual quizás, no lo sé, sea menos larga que la propia introducción que nos ha concernido hace segundos.
La verdad es que nunca existirán dos personas como usted, y no por hacerlo sentir especial, hablo de las enfermedades 1, 2, 3 ,4… de sus pérdidas, sus vidrios rotos. Eso sólo lo tiene usted, ¿sabe por qué? Porque otros tendrán MÁS. Si no existiera otra persona como usted, si no hay alguien con quien compartir un exacto dolor, entonces le propongo esto: creemos otro mundo. Usted será otra persona en tal. Y esa persona, ella, tendrá la esencia de mi teoría. Y mi teoría le dice que usted no está muerto, ni mucho menos tiene ganas de estarlo. La vida para usted está mucho más allá de una simple enfermedad. Eso lo hace poderoso, casi invencible, su vidrio roto, su auto chocado, usted se ha dado cuenta de que vidrio y chapas, no son más que un material. Algo que ya no tiene su forma original y nada más. Se da cuenta usted, de que sus enfermedades no tienen cura, pero que tampoco lo han matado, que si usted les tratara, como a un amigo o amiga, y les hace sentir cómodas, entonces no habría problema en que vayan de la mano.
Ha hecho caso omiso a la muerte, mas allá de que usted profesa una religión, y no asocie “religión” con “ir a la Iglesia”, que nadie daría por válida, aunque fuese “la verdadera”. Usted apoya una donde el Cielo no existe arriba ni abajo, donde el infierno no se encuentra ni abajo ni arriba. Simpatizante mío (lo debe ser si ha llegado a leerme hasta estas circunstancias), el cielo y el infierno están dentro de su corazón. Un sitio donde se puede pintar tanto de dorado como de negro, y, ¿acaso no dicen que la gente va al Cielo o al infierno? Le contesto con una pregunta, ¿esa gente que ha fallecido, no se halla en lo más profundo de su corazón? Entonces, ya hemos encontrado el Cielo. Mas también el infierno, ya que a otros que no quisiera ver ni en fotografía también la recuerda, pero en menor grado supongo, por ello, usted las va borrando. Así como quema una foto, su recuerdo arde en el infierno.
Si yo le dijera que nada está perdido, que su plan de vida es igual de grande que el de cualquiera, que su Creador jamás se ha equivocado, sino que nunca estuvo más acertado en darle vida… ¿Dejaría usted esa pesada arma con la que una vez quiso destruir una esperanza? Mi teoría, de la cual estoy muy seguro o segura, se basa en algo más grande todavía, y es que le he creado un mundo para que la entienda, un lugar donde es una persona feliz, pero no por eso un mundo perfecto. Aclaremos lo siguiente, en este mundo las guerras no han acabado, el capitalismo reina desde sus castillos de monedas y alfombras de billetes, todo sigue igual. Perdón, ya dije que no iba a entrar en números. Es este mundo en donde solo usted ha cambiado y solo porque yo le dije. Sus relaciones siguen bajando la mirada como compadeciéndolo cada vez que los pone al tanto de su situación insalubre. Pero le repito, aquí la única diferencia es usted. ¿Leyó historias de fantasía? Donde el protagonista viaja a través de dimensiones o mundos en donde todo es extraño o confuso, o simplemente nada es igual. Aquí el que traspasó fue el mundo y no usted. Este es quien se ha encontrado con algo extraño o confuso, como quiera definirlo. Porque ya no es más aquella persona que se ha deprimido, que pidió prestada aquella arma de fuego. Usted vive feliz, sin preocupaciones y si alguien le agacha la cabeza se la vuelve a levantar sin inmutarse un segundo por si este sentía realmente tristeza de su estado actual. En fin, dentro de poco lo llamarán loco, nadie podría creerle que vive feliz, y he aquí una parte importante de lo que quiero explicarle, nadie cree que usted alcanza la felicidad, porque el mundo está sumido en un concepto que afirma que la realidad es deprimente. ¿Cuántas veces le habrán dicho que deje de fantasear, que la "realidad" es otra? Dígame, yo le he creado un mundo y le hablé de otro, dígame si no se ha sentido parte de los dos en los respectivos momentos en que se los relaté. Entonces ¿cuál es la realidad? Yo he creado dos dimensiones para usted… ahí es donde falla el ser humano, mi amigo o amiga, se han inventado una "realidad tristísima". Yo diría que este es el punto máximo en donde los cuestionamientos no tardarán en venir.
Mi punto no es seguir una corriente filosófica positivista -aunque se podría definir así- solo quiero decirle que, cada uno se crea su propia visión de los hechos, no se llama fantasía a que usted tenga una propia. Mas sí, ha vencido al titiritero. O por lo menos cambió su curso de la obra. Quien quiera aceptar una realidad aclamada por la mayoría realmente me da pena. Solo se ha dejado meter en un agujero de tantos sabiendo que tenía las alas para salir y eso, fiel espectador, es ser menos evolucionado que los dinosaurios.
Hasta lueguito.
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