Bueno esto es un cuento que empecé a escribir en clase de química y lo terminé hoy en mi casa (dándole un giro bastante extraño a lo que pensaba en clase de química).
Era una cálida mañana, mi zozobra habitual me impedía ver con claridad aunque el alba había salido hace un buen rato. Hice un intento por levantarme de la cama y solo conseguí una posición más cómoda, que llamaba al sueño; el sueño llegó, pero otro estremecimiento ya repetitivo vino desde la mesa de noche.
Luego de recoger el despertador del suelo, logré salir de mi habitación. Atravesar el patio mojado era realmente peligroso puesto que saltaba con mi vista todavía nublada, para llegar al baño donde gracias a los fríos chorros de agua fui recobrando mi conciencia.
Me arreglé y me vestí al regresar a mi alcoba (los charcos del patio ya no eran un problema) y luego llegué al comedor; el desayuno apareció por arte de magia mientras una sombra se internaba en un cuarto. Mi madre volvía a acostarse. Acabé con mi comida en dos instantes y observé el reloj, tarde como de costumbre.
Me apuré por recoger mi maletín, el dinero para el transporte y la comida; las llaves para entrar de nuevo a mi hogar y un abrigo que dejé atrás contadas veces.
Recuerdo esos momentos con nostalgia, cuando salía de mi casa tranquilamente, bajaba por la calle hasta la avenida disfrutando cada paso que daba; a pesar de ir tarde iba tranquilo, no había preocupación y aunque la lluvia (que tanto adoro) no había caído esa última noche, el viento me hablaba trayendo recuerdos a mi mente.
Mientras esperaba por el bus que me llevase tarareaba (aún lo hago) alguna canción de muchas que me gustan. Desde baladas inglesas hasta música japonesa de algún juego o anime. Cuando alguien pasaba fingía estar distraído.
Llegó el bus y al subir saludo al conductor, solo a cierto conductor que me espera si voy tarde y me conoce. "Buenos días" se oyó dos veces, resultaba algo cómico. Luego me senté junto a la ventana para observar el paisaje que tanto adoro, le he cogido cariño a mí hogar y aún me tranquilizo al verlo.
Después de algunas veces de haberme despertado de repente (y comprobar que aún no había llegado a mi destino) me di cuenta que estaba cerca de llegar. Bajé y miré a mi alrededor intentado reconocer a alguna persona, no, ninguna. Seguí tres cuadras más y llegué al edificio cárcel, aún me pregunto si los arquitectos que lo diseñaron no confundieron los planos con los de la prisión de Villa nueva.
Entro al lugar y me dirijo al patio central, luego a un pequeño grupo de bambús donde suele reunirse el grupo con el que ando. Me llegan montones de frases inteligibles (además de saludos) de cómo había estado la fiesta de la noche pasada, de por qué el equipo de fútbol local era el mejor y otras cuantas cosas más, pero yo solo me concentro en mirar a la izquierda disimuladamente, fijándome si había llegado ya.
Pasados unos minutos sonó un timbre estruendoso, volteé adonde provenía el sonido y vi a quién tanto esperaba, parada junto a alguien quien se había ganado mi odio aquellos últimos días; pero lo que él no sabía, es que todo se acabaría aquella tarde.
Las primeras tres horas de clase pasaron raudas. Es cuando la mañana sigue fría, el calor aún no ha llegado a los cuerpos ni a saturado nuestras mentes por lo tanto el tiempo no nos hace creer que las clases son de mayor longitud.
Luego viene el descanso, la veo de nuevo, de nuevo junto a él pero tranquilizo a mis pensamientos distrayéndome con un partido de Básquetbol; luego de eso me siento a escuchar algo de música mientras como, charlo un buen rato con mis amigos, algo más alegre porque el tiempo pasa y finalmente el estruendoso timbre repite su ciclo.
Reflexiono un poco sobre las cosas (es clase de filosofía), algo hace que mi parecer cambie y me acobarde; pero en cuanto salgo del salón y la veo, tan radiante y bella, sé que debo acabar esto que me consume, y hacerla mía, o al menos, lograr que sepa lo que siento desde hace tanto tiempo.
Aguardo afuera de la clase de matemáticas y espero a que ella salga, pero va acompañada (como de costumbre) por sus amigas, las cuales (¡oh maldito destino!) no sienten por mí ninguna simpatía. Al menos la miro a los ojos, esta vez con la mirada tierna en vez de arrogante y buscando en lo más profundo de ellos, a aquella con quien tan bien había pasado los mejores momentos de mi vida.
Pasan las dos últimas horas y al fin puedo salir del edificio, lo hago despacio (contrario a mis intenciones) aguardando a dos de mis amigos con quienes comúnmente parto rumbo a casa. Compramos dos helados y seguimos caminando alrededor del colegio, nos estamos un rato cerca, yo esperando por alguien, ellos solo pasando el tiempo.
Al final la veo de nuevo, sin él y me llega un rumor extraño. Al parecer aquel joven con quien dispuesto estaba a enfrentarme había sido acusado de algo (obviamente malo) y transferido a otra institución.
Al fin y al cabo no encontré motivos para quedarme y decidí partir de aquel lugar, y regresar al único sitio donde estaba tranquilo, solamente escuché antes de huir la voz de alguien conocido que había asegurado desde un principio, que hoy, nada sería diferente.
A ver que les parece.
~Adéu!
Era una cálida mañana, mi zozobra habitual me impedía ver con claridad aunque el alba había salido hace un buen rato. Hice un intento por levantarme de la cama y solo conseguí una posición más cómoda, que llamaba al sueño; el sueño llegó, pero otro estremecimiento ya repetitivo vino desde la mesa de noche.
Luego de recoger el despertador del suelo, logré salir de mi habitación. Atravesar el patio mojado era realmente peligroso puesto que saltaba con mi vista todavía nublada, para llegar al baño donde gracias a los fríos chorros de agua fui recobrando mi conciencia.
Me arreglé y me vestí al regresar a mi alcoba (los charcos del patio ya no eran un problema) y luego llegué al comedor; el desayuno apareció por arte de magia mientras una sombra se internaba en un cuarto. Mi madre volvía a acostarse. Acabé con mi comida en dos instantes y observé el reloj, tarde como de costumbre.
Me apuré por recoger mi maletín, el dinero para el transporte y la comida; las llaves para entrar de nuevo a mi hogar y un abrigo que dejé atrás contadas veces.
Recuerdo esos momentos con nostalgia, cuando salía de mi casa tranquilamente, bajaba por la calle hasta la avenida disfrutando cada paso que daba; a pesar de ir tarde iba tranquilo, no había preocupación y aunque la lluvia (que tanto adoro) no había caído esa última noche, el viento me hablaba trayendo recuerdos a mi mente.
Mientras esperaba por el bus que me llevase tarareaba (aún lo hago) alguna canción de muchas que me gustan. Desde baladas inglesas hasta música japonesa de algún juego o anime. Cuando alguien pasaba fingía estar distraído.
Llegó el bus y al subir saludo al conductor, solo a cierto conductor que me espera si voy tarde y me conoce. "Buenos días" se oyó dos veces, resultaba algo cómico. Luego me senté junto a la ventana para observar el paisaje que tanto adoro, le he cogido cariño a mí hogar y aún me tranquilizo al verlo.
Después de algunas veces de haberme despertado de repente (y comprobar que aún no había llegado a mi destino) me di cuenta que estaba cerca de llegar. Bajé y miré a mi alrededor intentado reconocer a alguna persona, no, ninguna. Seguí tres cuadras más y llegué al edificio cárcel, aún me pregunto si los arquitectos que lo diseñaron no confundieron los planos con los de la prisión de Villa nueva.
Entro al lugar y me dirijo al patio central, luego a un pequeño grupo de bambús donde suele reunirse el grupo con el que ando. Me llegan montones de frases inteligibles (además de saludos) de cómo había estado la fiesta de la noche pasada, de por qué el equipo de fútbol local era el mejor y otras cuantas cosas más, pero yo solo me concentro en mirar a la izquierda disimuladamente, fijándome si había llegado ya.
Pasados unos minutos sonó un timbre estruendoso, volteé adonde provenía el sonido y vi a quién tanto esperaba, parada junto a alguien quien se había ganado mi odio aquellos últimos días; pero lo que él no sabía, es que todo se acabaría aquella tarde.
Las primeras tres horas de clase pasaron raudas. Es cuando la mañana sigue fría, el calor aún no ha llegado a los cuerpos ni a saturado nuestras mentes por lo tanto el tiempo no nos hace creer que las clases son de mayor longitud.
Luego viene el descanso, la veo de nuevo, de nuevo junto a él pero tranquilizo a mis pensamientos distrayéndome con un partido de Básquetbol; luego de eso me siento a escuchar algo de música mientras como, charlo un buen rato con mis amigos, algo más alegre porque el tiempo pasa y finalmente el estruendoso timbre repite su ciclo.
Reflexiono un poco sobre las cosas (es clase de filosofía), algo hace que mi parecer cambie y me acobarde; pero en cuanto salgo del salón y la veo, tan radiante y bella, sé que debo acabar esto que me consume, y hacerla mía, o al menos, lograr que sepa lo que siento desde hace tanto tiempo.
Aguardo afuera de la clase de matemáticas y espero a que ella salga, pero va acompañada (como de costumbre) por sus amigas, las cuales (¡oh maldito destino!) no sienten por mí ninguna simpatía. Al menos la miro a los ojos, esta vez con la mirada tierna en vez de arrogante y buscando en lo más profundo de ellos, a aquella con quien tan bien había pasado los mejores momentos de mi vida.
Pasan las dos últimas horas y al fin puedo salir del edificio, lo hago despacio (contrario a mis intenciones) aguardando a dos de mis amigos con quienes comúnmente parto rumbo a casa. Compramos dos helados y seguimos caminando alrededor del colegio, nos estamos un rato cerca, yo esperando por alguien, ellos solo pasando el tiempo.
Al final la veo de nuevo, sin él y me llega un rumor extraño. Al parecer aquel joven con quien dispuesto estaba a enfrentarme había sido acusado de algo (obviamente malo) y transferido a otra institución.
Al fin y al cabo no encontré motivos para quedarme y decidí partir de aquel lugar, y regresar al único sitio donde estaba tranquilo, solamente escuché antes de huir la voz de alguien conocido que había asegurado desde un principio, que hoy, nada sería diferente.
A ver que les parece.
~Adéu!
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