Hace ya un tiempo, me pregunto si merezco el cielo o lo que habita en él. La gloria de haber querido ser y en el presente serlo, o la paz que te transmite estar con alguien al que quieres mientras están acostados boca arriba en el césped y ven la forma de las nubes, comparándolas con cosas cotidianas. Pero me di cuenta de que no puedo estar allí, más que una nube, una estrella o la luna, soy un ente celeste, esas cosas que escuchamos hablar de vez en cuando pero no sabemos muy bien lo que son, apenas que su nombre mola un montón.
Ente celeste que dejó su cuerpo para que su propio nombre fuera más llamativo, que mira el informativo viendo que una tormenta se acerca, con la emoción de que esta noche podrá dormir con el ruido de la lluvia en el techo de su hogar; sin pensar que en otra parte existe un chico y una chica que tuvieron un hijo por descuidos induzidos por su corta edad, los cuales no se amaban pero por esas circunstancias y presión de sus padres tuvieron que crear una familia, preocupados por la tormenta porque acaban de construir una casa de madera en un terreno prestado por un familiar, el cual se les puede quitar en el momento en que alguien venga a reclamar por dichas tierras, pero esos son problemas futuros, ahora mismo su mayor preocupación es poder darle algún alimento a su hijo.
Siempre soñé con viajar y poder ver cosas nuevas, a Japón, a las Islas Canarias y porque no, quién sabe a Macedonia, tal vez poder ver cigüeñas en la orilla del mar y a la lejanía dos novios que se odian, por no poder sacarse una foto en la orilla del mar de Macedonia, aunque ni siquiera sé si este país tiene mar. A veces hablo cosas por hablar, y sueño sueños por soñar, lo único que me pregunto es quién les enseñó a aquellos novios a odiar. El cielo es un lugar muy lejano para pretender conocerlo, y hasta que no llegue el momento de poder hacerlo, voy a ver si me merezco la tierra.
Ente celeste que dejó su cuerpo para que su propio nombre fuera más llamativo, que mira el informativo viendo que una tormenta se acerca, con la emoción de que esta noche podrá dormir con el ruido de la lluvia en el techo de su hogar; sin pensar que en otra parte existe un chico y una chica que tuvieron un hijo por descuidos induzidos por su corta edad, los cuales no se amaban pero por esas circunstancias y presión de sus padres tuvieron que crear una familia, preocupados por la tormenta porque acaban de construir una casa de madera en un terreno prestado por un familiar, el cual se les puede quitar en el momento en que alguien venga a reclamar por dichas tierras, pero esos son problemas futuros, ahora mismo su mayor preocupación es poder darle algún alimento a su hijo.
Siempre soñé con viajar y poder ver cosas nuevas, a Japón, a las Islas Canarias y porque no, quién sabe a Macedonia, tal vez poder ver cigüeñas en la orilla del mar y a la lejanía dos novios que se odian, por no poder sacarse una foto en la orilla del mar de Macedonia, aunque ni siquiera sé si este país tiene mar. A veces hablo cosas por hablar, y sueño sueños por soñar, lo único que me pregunto es quién les enseñó a aquellos novios a odiar. El cielo es un lugar muy lejano para pretender conocerlo, y hasta que no llegue el momento de poder hacerlo, voy a ver si me merezco la tierra.
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