Ver la luz de la luna por mi ventana, que ilumina el cielo ambientado en un manto de estrellas, y ocasionales cometas que hacen fantasear a los niños con sueños que nunca se harán realidad, mientras me tomo una taza de café antes de irme a la cama.
Sentir la brisa cálida de estos días de primavera, que contrasta con el calor infernal del día, cuando el alquitrán arde bajo el sol abrasador, y el ambiente se vuelve divino al caer la noche.
Saborear ese gusto a café solo, que me recuerda lo amarga que es la vida sin compañía, y lo dulce que se vuelve cuando tienes a alguien a tu lado, o al menos con quien compartir una taza de café.
Oler ese aroma que me trae recuerdos del pasado, tierra mojada, pastel de bacalao, una colonia que me daba dolor de cabeza, amores falsos que creí verdaderos, o lo fueron y no lo olí por mi incredulidad.
Oír esas conversaciones en la habitación de al lado, habladas en un lenguaje secreto que solo entienden dos personas que vibran en la misma frecuencia, sonidos que reflejan el tiempo que llevan conociéndose, y que me recuerdan que un día estuve en su lugar.
Sentidos que siento en mis sentimientos, cosas que pienso antes de dormir. Qué pasaría si supiéramos lo que pasaría, si hiciéramos lo que queremos hacer. Preguntas como estas no me dejan conciliar el sueño, o tal vez es solo porque me tomé una taza de café.
Sentir la brisa cálida de estos días de primavera, que contrasta con el calor infernal del día, cuando el alquitrán arde bajo el sol abrasador, y el ambiente se vuelve divino al caer la noche.
Saborear ese gusto a café solo, que me recuerda lo amarga que es la vida sin compañía, y lo dulce que se vuelve cuando tienes a alguien a tu lado, o al menos con quien compartir una taza de café.
Oler ese aroma que me trae recuerdos del pasado, tierra mojada, pastel de bacalao, una colonia que me daba dolor de cabeza, amores falsos que creí verdaderos, o lo fueron y no lo olí por mi incredulidad.
Oír esas conversaciones en la habitación de al lado, habladas en un lenguaje secreto que solo entienden dos personas que vibran en la misma frecuencia, sonidos que reflejan el tiempo que llevan conociéndose, y que me recuerdan que un día estuve en su lugar.
Sentidos que siento en mis sentimientos, cosas que pienso antes de dormir. Qué pasaría si supiéramos lo que pasaría, si hiciéramos lo que queremos hacer. Preguntas como estas no me dejan conciliar el sueño, o tal vez es solo porque me tomé una taza de café.
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