Ayer venia en el tren, y mirando por la ventana se me vino una idea para escribir. Realmente me puso contento, por que pense que eso ya habia desaparecido de mi cuerpo.
Y dado algunos reclamos que recibi, decidi compartirlo con ustedes. Lo escribi de una aca en el foro, y pido disculpas por comas mal ubicadas, y palabras a las que le sustraje las tildes.
Contra toda suposición, la habitación donde trasladaron a Jorge, contaba con más comodidades de las que un liberto hubiese podido acceder, aún en sus más remotos sueños. Cuatro ventanas, proveían a la misma de luz y aire en abundancia. Una mesa tallada en roble, se encontraba en el centro. A la izquierda el lugar era ocupado por una estantería con decenas de libros, mientras que a la derecha estaba lo mejor del lugar; una cama amplia y mullida donde pasaba gran parte del tiempo, sitio en el que cerraba los ojos y salia de esas cuatro paredes. Pero no, tenía que aceptar su realidad, por más extraña y complicada que fuera. No lo entendía, pero si sabia él porque. Allí estaba, clavado en la pared, mirándolo fijo con sus ojos oscuros, riéndose de mí, riéndose de todos.
¿Acaso pensar distinto esta mal?, ¿Cómo lo supieron? – eran las preguntas que recorrían una y otra vez en la cabeza de Jorge. La impotencia recorrió su cuerpo, y de forma violenta e impulsiva, se dirigió a destruir todos los libros sectarios que poblaban la estantería. Arranco sus hojas, con dientes y manos, tratando de esa forma evitar que otros ojos sean contaminados con el tenebroso mensaje que contenían, o bien anticiparse a un ataque de arrepentimiento que lo llevaran a incurrir en la lectura de los mismos. El último de los ejemplares termino estrellado en el cuadro que decoraba el lugar. La sonrisa desapareció.
Cansado y tenso, se dirigió a la cama rendido de sueño.
Abrió los ojos, y no le gusto con lo que se encontró, el lugar había cambiado. Donde antes había luz, ahora reinaba la oscuridad, las brizas de aire se transformaron en un calor infernal. Fallidos fueron sus actos para contactarse con sus captores. Grito, golpeo, lloro, pero no hubo caso. Estaba condenado; aquellos primeros temores se confirmaron. Pero todavía existía el consuelo de pensar diferente, de elegir.
Ese regocijo menguaba día a día, el agua y comida que le brindaban eran insuficientes. Lo peor es que para acceder a ellos tenía que recitar un párrafo en voz alta, de uno de los tantos libros que había roto aquella vez; ese suceso que había ocurrido hace tantas semanas, o quizás meses. El tiempo era difícil determinar en esta habitación que se asemeja a una pizza a la cual le faltara una porción, dada su forma circular con un triangulo que evitaba que la circunferencia sea perfecta.
Justo en esa porción faltante, se encontraba la puerta. Puerta que un día se ilumino, y arriba de la misma se leía la inscripción “Aún eres libre de elegir”. Con gran desesperación, pero a un ritmo lento a causa de lo débil que se encontraba su cuerpo, se dirigió a atravesar la puerta. El calor se disipo, las lagrimas brotaron de sus ojos.
Era una trampa. Ni bien cruzo el umbral de la puerta que lo apresaba, la misma se cerró. Quedando atrapado en un triangulo, sin espacio si quiera para rotar su cuerpo, sin espacio para pensar. Un sonido lo despertó, era la voz de aquella sonrisa emitida por unos parlantes que se posaban encima de su cabeza. “Sírveme, soy tu realidad, soy tu única opción”.
El mensaje, se repetía una y otra vez, hasta el día en que olvido. Esta vez la puerta se abrió, pero la situación fue distinta. Detrás de ella, se encontraba todo lo que él había perdido, todas las personas a las que amaba. Contento sonrió, y los abrazo. En medio de llantos, y charlas, pusieron a Jorge al tanto de todo lo que se había perdido durante su estancia en la prisión. Terminada la charla, levantaron sus brazos, miraron al horizonte y a una voz recitaron unas estrofas, pertenecientes al sistema.
Sin darse cuenta, había una ausencia, algo que había perdido dentro de ese tenebroso recinto. Era la libertad de elegir, y sin darse cuenta, Jorge ingreso a la peor de las prisiones.
FIN
Espero que les haya gustado.
Y dado algunos reclamos que recibi, decidi compartirlo con ustedes. Lo escribi de una aca en el foro, y pido disculpas por comas mal ubicadas, y palabras a las que le sustraje las tildes.
Elección
Contra toda suposición, la habitación donde trasladaron a Jorge, contaba con más comodidades de las que un liberto hubiese podido acceder, aún en sus más remotos sueños. Cuatro ventanas, proveían a la misma de luz y aire en abundancia. Una mesa tallada en roble, se encontraba en el centro. A la izquierda el lugar era ocupado por una estantería con decenas de libros, mientras que a la derecha estaba lo mejor del lugar; una cama amplia y mullida donde pasaba gran parte del tiempo, sitio en el que cerraba los ojos y salia de esas cuatro paredes. Pero no, tenía que aceptar su realidad, por más extraña y complicada que fuera. No lo entendía, pero si sabia él porque. Allí estaba, clavado en la pared, mirándolo fijo con sus ojos oscuros, riéndose de mí, riéndose de todos.
¿Acaso pensar distinto esta mal?, ¿Cómo lo supieron? – eran las preguntas que recorrían una y otra vez en la cabeza de Jorge. La impotencia recorrió su cuerpo, y de forma violenta e impulsiva, se dirigió a destruir todos los libros sectarios que poblaban la estantería. Arranco sus hojas, con dientes y manos, tratando de esa forma evitar que otros ojos sean contaminados con el tenebroso mensaje que contenían, o bien anticiparse a un ataque de arrepentimiento que lo llevaran a incurrir en la lectura de los mismos. El último de los ejemplares termino estrellado en el cuadro que decoraba el lugar. La sonrisa desapareció.
Cansado y tenso, se dirigió a la cama rendido de sueño.
Abrió los ojos, y no le gusto con lo que se encontró, el lugar había cambiado. Donde antes había luz, ahora reinaba la oscuridad, las brizas de aire se transformaron en un calor infernal. Fallidos fueron sus actos para contactarse con sus captores. Grito, golpeo, lloro, pero no hubo caso. Estaba condenado; aquellos primeros temores se confirmaron. Pero todavía existía el consuelo de pensar diferente, de elegir.
Ese regocijo menguaba día a día, el agua y comida que le brindaban eran insuficientes. Lo peor es que para acceder a ellos tenía que recitar un párrafo en voz alta, de uno de los tantos libros que había roto aquella vez; ese suceso que había ocurrido hace tantas semanas, o quizás meses. El tiempo era difícil determinar en esta habitación que se asemeja a una pizza a la cual le faltara una porción, dada su forma circular con un triangulo que evitaba que la circunferencia sea perfecta.
Justo en esa porción faltante, se encontraba la puerta. Puerta que un día se ilumino, y arriba de la misma se leía la inscripción “Aún eres libre de elegir”. Con gran desesperación, pero a un ritmo lento a causa de lo débil que se encontraba su cuerpo, se dirigió a atravesar la puerta. El calor se disipo, las lagrimas brotaron de sus ojos.
Era una trampa. Ni bien cruzo el umbral de la puerta que lo apresaba, la misma se cerró. Quedando atrapado en un triangulo, sin espacio si quiera para rotar su cuerpo, sin espacio para pensar. Un sonido lo despertó, era la voz de aquella sonrisa emitida por unos parlantes que se posaban encima de su cabeza. “Sírveme, soy tu realidad, soy tu única opción”.
El mensaje, se repetía una y otra vez, hasta el día en que olvido. Esta vez la puerta se abrió, pero la situación fue distinta. Detrás de ella, se encontraba todo lo que él había perdido, todas las personas a las que amaba. Contento sonrió, y los abrazo. En medio de llantos, y charlas, pusieron a Jorge al tanto de todo lo que se había perdido durante su estancia en la prisión. Terminada la charla, levantaron sus brazos, miraron al horizonte y a una voz recitaron unas estrofas, pertenecientes al sistema.
Sin darse cuenta, había una ausencia, algo que había perdido dentro de ese tenebroso recinto. Era la libertad de elegir, y sin darse cuenta, Jorge ingreso a la peor de las prisiones.
FIN
Espero que les haya gustado.
