Se encuentran los dos en una congregación de objetos organizados, se observan y tienden a perder ese sentido de que existen tales objetos. Pierden las palabras; los ojos se buscan, se pelean por ver quien es el primero en dar la estocada al sentimiento del otro. Surge un cruce de palabras. No se puede ver una confesión como una conversación, claramente la confesión es la forma más horrible de dar a luz los sentimientos bien guardados a oídos que se asquean, se ríen, se mortifican o impresionan con más facilidad que los del mismo confesor, acostumbrado a decírselo a modo de pensamiento.
Yo: No puedo decírtelo cara a cara, me dejás sin palabras. Las considero estúpidas ante tus pensamientos, que ya son claros a estas alturas. Te tengo miedo. Soy tímido pero tus roses fueron como la pólvora que me faltaba, sentir tus labios fue como un alegría a mi corazón y ver mis ojos reflejados en los tuyos en un infinito espejo me lleno de incógnitas. ¿Quería esto o yo me lo busqué por el simple echo de torturarme con algo imposible? Es que, al fin y al cabo, me gusta lo imposible. Por eso en un principio me gustabas, eras eso que uno quiere y no tiene. Las charlas que a ti te de seguro ni te hacían mú a mi me dejaban en tremendo faaaaaaaaa, una cosa rara ocurría porque me sentía cómodo y tranquilo. Presentía que me iba de mambo, me suele ocurrir cuando me entusiasmo de más. Es que soy un desesperado y tenerte me fue como algo tan raro que no quería perderlo. Quizás me consideres loco, pero me agrada pensar que todavía escuchas. Sí, aunque tu mirada no me busque ni tu mente encuentre palabras para este monologo de porquería se que me escuchas, que todavía no tapas tus oídos a tanta ternura repugnante. No quiero que hables, sé que vas a matar todo... mira alrededor, cuando tu no dices nada por lo menos estos objetos tienen color. Cuando tu hablas y desgarras con pocas palabras todo lo que antes te dije con tanta desesperación, estos mismos objetos pasan a volverse ocres, grises, oscuros; terriblemente tristes a mis ojos. La música deja de ser música, se vuelve una mezcla horrorosa de sonidos inconexos. Mis palabras se vuelven odio, mis labios se ponen azules y mis ojos lloran ese liquido que brota del alma, esa parte que está ligada a las entrañas más profunda de mis sentimientos. Me estoy desviando, lo sé, ¿como no hacerlo si creo que esto ya te está alejando?
Ella: ...
La cara del confesor se torna gris, busca sus ojos, el único portal de su alma. No le deja hacerlo, los cierra con fuerza, brota algo de los lagrimales y el teme otra vez. Lo arruinó. No desiste, no pierde el tiempo y toma su mano con una mano, toca su rostro con la otra. La toma suavemente del cuello, juguetea idiota con el bello que allí se forma. La mira y sonríe, toma la iniciativa que nunca tuvo. Toma sus labios, toma sus ojos, toma la nada y el todo. Llega al Nirvana y baja al suelo. La mira otra vez. Mira sus ojos. Ella solo deja escapar de sus comisuras una sonrisa pachorrera, el la incentiva. La mira de vuelta, la besa otra vez. Se posa en el hombro y no dice nada pero a la vez le transmite esa paz que el tiene. Ella sonríe en su oído y hace ese sonido chistoso con la nariz.
(Me levanto. Miro mi techo, miro mi piso, miro mis manos y miro mi cama. No me puedo mirar pero se que mi cara está perpleja. Soñé un milagro y una condena. Y lo más sarna es que lo disfruté. Me doy cuenta de que a veces soñar dormido es más nítido que soñar despierto. Vuelvo a cerrar los ojos por si queda todavía algún secreto del inconsciente que rescatar. Yo sé que ya o queda nada adentro de mi imaginación y por eso termino este texto vomitable así.)
Sí, es medio larguito para lo que yo escribo. Sí, son confesiones verdaderas de un sueño! y sí, soy extremadamente tierno cuando se me antoja jajaja
Yo: No puedo decírtelo cara a cara, me dejás sin palabras. Las considero estúpidas ante tus pensamientos, que ya son claros a estas alturas. Te tengo miedo. Soy tímido pero tus roses fueron como la pólvora que me faltaba, sentir tus labios fue como un alegría a mi corazón y ver mis ojos reflejados en los tuyos en un infinito espejo me lleno de incógnitas. ¿Quería esto o yo me lo busqué por el simple echo de torturarme con algo imposible? Es que, al fin y al cabo, me gusta lo imposible. Por eso en un principio me gustabas, eras eso que uno quiere y no tiene. Las charlas que a ti te de seguro ni te hacían mú a mi me dejaban en tremendo faaaaaaaaa, una cosa rara ocurría porque me sentía cómodo y tranquilo. Presentía que me iba de mambo, me suele ocurrir cuando me entusiasmo de más. Es que soy un desesperado y tenerte me fue como algo tan raro que no quería perderlo. Quizás me consideres loco, pero me agrada pensar que todavía escuchas. Sí, aunque tu mirada no me busque ni tu mente encuentre palabras para este monologo de porquería se que me escuchas, que todavía no tapas tus oídos a tanta ternura repugnante. No quiero que hables, sé que vas a matar todo... mira alrededor, cuando tu no dices nada por lo menos estos objetos tienen color. Cuando tu hablas y desgarras con pocas palabras todo lo que antes te dije con tanta desesperación, estos mismos objetos pasan a volverse ocres, grises, oscuros; terriblemente tristes a mis ojos. La música deja de ser música, se vuelve una mezcla horrorosa de sonidos inconexos. Mis palabras se vuelven odio, mis labios se ponen azules y mis ojos lloran ese liquido que brota del alma, esa parte que está ligada a las entrañas más profunda de mis sentimientos. Me estoy desviando, lo sé, ¿como no hacerlo si creo que esto ya te está alejando?
Ella: ...
La cara del confesor se torna gris, busca sus ojos, el único portal de su alma. No le deja hacerlo, los cierra con fuerza, brota algo de los lagrimales y el teme otra vez. Lo arruinó. No desiste, no pierde el tiempo y toma su mano con una mano, toca su rostro con la otra. La toma suavemente del cuello, juguetea idiota con el bello que allí se forma. La mira y sonríe, toma la iniciativa que nunca tuvo. Toma sus labios, toma sus ojos, toma la nada y el todo. Llega al Nirvana y baja al suelo. La mira otra vez. Mira sus ojos. Ella solo deja escapar de sus comisuras una sonrisa pachorrera, el la incentiva. La mira de vuelta, la besa otra vez. Se posa en el hombro y no dice nada pero a la vez le transmite esa paz que el tiene. Ella sonríe en su oído y hace ese sonido chistoso con la nariz.
(Me levanto. Miro mi techo, miro mi piso, miro mis manos y miro mi cama. No me puedo mirar pero se que mi cara está perpleja. Soñé un milagro y una condena. Y lo más sarna es que lo disfruté. Me doy cuenta de que a veces soñar dormido es más nítido que soñar despierto. Vuelvo a cerrar los ojos por si queda todavía algún secreto del inconsciente que rescatar. Yo sé que ya o queda nada adentro de mi imaginación y por eso termino este texto vomitable así.)
Sí, es medio larguito para lo que yo escribo. Sí, son confesiones verdaderas de un sueño! y sí, soy extremadamente tierno cuando se me antoja jajaja
