OP
soleil
Mi costumbre ha sido echarme y esperar. Mi habitación sirve de poco ante el inminente e inmutable "bla-bla". A veces camino impaciente de lado a lado, como mi camuflaje me ayuda, siento que soy invisible, solo a veces. Cuando nada pasa, cuando todo calla, cuando solo el sonido del silencio hace acto de presencia, siento, sueño que soy feliz. Efímera ilusión. Mis ojeras tan notables, las mujeres con sus hijos, cargados a la cintura. Querubines malhechores que invaden hasta mis más profundas pesadillas.
Los hombres cascarrabias que por todo y por nada usan el altavoz. Los más jóvenes y los más viejos que se agregan al escándalo. La música contamina mi auricular, me deja trasladado en otra dimensión. Y no hablemos de los visitantes, con sus agudas voces. Quieren verme y yo a ellos no. Mi privacidad invadida, los demás disfrutan. Me gustaría comprendan que solo cuando es momento del espectáculo yo disfruto las miradas de la audiencia. De lo contrario, espero en mi refugio y quiero paz.
La caravana se hace larga y mis días más inquietos, ahora una ave tropical ha sido colocada junto a mi. Sin apetito por ella me ha ofrecido su amistad. Lo cómico esta en que, es como hablar con el espejo. Y las paredes que anidan mi sagrado dormitorio son inútiles ante el monumental espectáculo con sus luces, figuras, artefactos y ruidos. Los aplausos me hacen crispar la piel, me ponen ansioso y solo quiero salir a ellos. Creo que me necesitan y con poca sutileza vienen por mi, ellos siempre en su estruendosa manía. Cuando llaman mi nombre, cuando me llevan con esos payasos, cuando se abre la puerta, cuando una sola entidad es objeto de miles de miradas, me siento con vida. Después, al retorno, el mismo vaivén se apodera de mis intenciones y como todas las noches, mi clamor con que todo este calmo y sereno parece no ser escuchado.
* * *
Mi costumbre ha sido echarme y esperar. Mi habitación sirve de poco ante el inminente e inmutable "bla-bla". A veces camino impaciente de lado a lado, como mi camuflaje me ayuda, siento que soy invisible, solo a veces. Cuando nada pasa, cuando todo calla, cuando solo el sonido del silencio hace acto de presencia, siento, sueño que soy feliz. Efímera ilusión. Mis ojeras tan notables, las mujeres con sus hijos, cargados a la cintura. Querubines malhechores que invaden hasta mis más profundas pesadillas.
Los hombres cascarrabias que por todo y por nada usan el altavoz. Los más jóvenes y los más viejos que se agregan al escándalo. La música contamina mi auricular, me deja trasladado en otra dimensión. Y no hablemos de los visitantes, con sus agudas voces. Quieren verme y yo a ellos no. Mi privacidad invadida, los demás disfrutan. Me gustaría comprendan que solo cuando es momento del espectáculo yo disfruto las miradas de la audiencia. De lo contrario, espero en mi refugio y quiero paz.
La caravana se hace larga y mis días más inquietos, ahora una ave tropical ha sido colocada junto a mi. Sin apetito por ella me ha ofrecido su amistad. Lo cómico esta en que, es como hablar con el espejo. Y las paredes que anidan mi sagrado dormitorio son inútiles ante el monumental espectáculo con sus luces, figuras, artefactos y ruidos. Los aplausos me hacen crispar la piel, me ponen ansioso y solo quiero salir a ellos. Creo que me necesitan y con poca sutileza vienen por mi, ellos siempre en su estruendosa manía. Cuando llaman mi nombre, cuando me llevan con esos payasos, cuando se abre la puerta, cuando una sola entidad es objeto de miles de miradas, me siento con vida. Después, al retorno, el mismo vaivén se apodera de mis intenciones y como todas las noches, mi clamor con que todo este calmo y sereno parece no ser escuchado.
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Cuando los problemas de los
demás abruman tu paz.
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