OP
- Mensajes
- 23
- Reacciones
- 0
- Puntos
- 0
Pero es un poco necesario, sólo por hoy...
_______________________________________________________
Soy la persona más triste del mundo, y lo soy porque recuerdo todas las cosas. Porque cada pequeño detalle de cada pequeño momento es presa de mi memoria, y es inevitable... Es simplemente inevitable.
Con un cigarro entre los labios y un paso calmado, me siento al medio de la misma vieja banca, en tope de la misma colina, atemporal.
Tensando las uniones de un abrigo a seis botones me hago adelante, brazos descansando contra la cara interna de cada muslo, y en mis ojos una expresión apenas miserable.
Tanto en ella ha llovido,
tanto que con el tiempo la ha ido lavando. Y las facciones de fuego, las ha ido tachando con trazos de calma, lo que queda,
las marcas del tiempo.
Y ante mi se extiende un cielo infinito y muy negro, y ante mi se extiende una tierra infinita, muy negra.
-Antes solía pensar mucho en el tiempo que tenía, supongo que he aprendido a esperar.
Esos cambios que se dan al ponerse viejo. En algún punto el pasado me impulsaba, en otro me avergonzaba... Ahora sólo me aferro a el.
Antes decía más de lo que pensaba, ahora pienso mucho más de lo que digo, y pienso tanto como sonrío.-
Tierra muy negra, surcada de caminos que se cruzan, que de algún modo se encuentran, sólo para volverse a perder.
Por mis mejillas bajan dos ríos de óxido salado, rojizo y al mismo tiempo, de algún modo, plácido. Y con la cara como el casco gastado de un viejo buque, yo a menudo miro a los caminos bajo la colina.
Los que alguna vez atravesé,
y todo aquello con lo que me topé. Como irremediablemente se alejó de mi, soltando mi mano con el desesperado intento de aferrarse el uno al otro.
Yendo lejos, lejos, lejos hasta donde yo no pude mirar las lágrimas, yendo adonde yo habría querido ir, para ya tampoco ver las mías.
A todos esos lugares donde alguna vez yo soñé estar,
y a donde ahora tan sólo puedo imaginar. Trazando con mis ojos el punto en que les perdí de vista, imaginando que caminos siguieron tras aquel instante triste,
reescribir en mi cabeza escenarios en los que fueron más felices, mundos en los que mis labios resecos y mis manos frías eran pequeñeces, porque al final habrían sido felices.
-Mundos en los que yo ya no existía, y nunca tuve que coger mi propia mano a medio llanto, mundos en los que nunca tuve que aprender a decirme a mi mismo que todo iba a estar bien.
Que ser olvidado estaba bien.
Mundos en los que nunca estuve solo con el amanecer, la playa o los fuegos artificiales.-
Mundos en los que no tuve que llorar riendo, para que mi mundo no se parara un segundo, mientras por dentro yo intentaba consolar mi propia pena.
Y miro, y miro. Con los labios fruncidos yo miro, intentando perseguir la memoria de cada cosa, de cada chica, de cada amigo. De cada amante, de cada mujercita con su esencia única y con sus sueños dulces, mientras cada fragmento de mi corazón tiembla contra el resto, un pequeño nombre grabado a cada pedazo.
-Y para el punto que recordar es demasiado, yo sólo alzo la vista.
Al cielo estrellado... A mi cielo estrellado. Donde como luceros brillantes, fulguran todas las cosas que me importan. Pero ésta vez... Sin caminos. Esos... Los dibujo yo.
Para un encuentro casual en el parque, completamente accidental a media tarde. Para acordarme en un sueño de aquel número que hace tanto se me perdió... Para escribir un correo a aquel mail que me sé de memoria, pero al que hace años no mando nada... Y quizás, recibir una respuesta.
Por otra puesta de sol con risas, por otra cerveza entre amigos. Por otra ronda de póquer, por otra partida de fútbol, por otro beso tras un árbol, por otro cielo azul... Por otra tarde de playa, por otro helado tras una tarde de playa... Por otra caminata de vuelta a casa, por otro cachondeo en el bus, por una, una sola cosa más, cualquiera... Para ya no llorar más en noches así.
Porque os extraño, ¿Sabéis? Sois irremplazables, todos. Todos...-
Casi puede destruirme, el pensar que el tiempo ha pasado para vosotros también. Que ya no sois los mismos, que ya no soy el mismo. Que a veces alguien que se parezca a uno de ustedes, podrá, tal vez, llevarme de vuelta por un rato...
Pero ya no serán ustedes. Ya no serán las mismas, tardes, ya no será lo mismo... Ya nunca el mundo será igualmente bello,
aunque eso no vaya a impedir que me siente aquí, a mirar el cielo. Aunque eso no vaya a impedir que yo solloce tras una inmensa sonrisa, y que me sienta una vez más de 18,
con una bufanda salvaje y un par de converse negras.
O de 16, con uniforme de undécimo y una baraja en la mano.
O de 14, con chaqueta de invierno y un sonrojo parisino.
O de 5, mucho antes de la colina, del llanto y la sonrisa de mentiritas. Inocente, risueño... Antes de todas las cacofonías, y antes de toda la tristeza.
Antes... En un camino tan lejano, que no puedo ni imaginarlo.
_______________________________________________________
Soy la persona más triste del mundo, y lo soy porque recuerdo todas las cosas. Porque cada pequeño detalle de cada pequeño momento es presa de mi memoria, y es inevitable... Es simplemente inevitable.
Con un cigarro entre los labios y un paso calmado, me siento al medio de la misma vieja banca, en tope de la misma colina, atemporal.
Tensando las uniones de un abrigo a seis botones me hago adelante, brazos descansando contra la cara interna de cada muslo, y en mis ojos una expresión apenas miserable.
Tanto en ella ha llovido,
tanto que con el tiempo la ha ido lavando. Y las facciones de fuego, las ha ido tachando con trazos de calma, lo que queda,
las marcas del tiempo.
Y ante mi se extiende un cielo infinito y muy negro, y ante mi se extiende una tierra infinita, muy negra.
-Antes solía pensar mucho en el tiempo que tenía, supongo que he aprendido a esperar.
Esos cambios que se dan al ponerse viejo. En algún punto el pasado me impulsaba, en otro me avergonzaba... Ahora sólo me aferro a el.
Antes decía más de lo que pensaba, ahora pienso mucho más de lo que digo, y pienso tanto como sonrío.-
Tierra muy negra, surcada de caminos que se cruzan, que de algún modo se encuentran, sólo para volverse a perder.
Por mis mejillas bajan dos ríos de óxido salado, rojizo y al mismo tiempo, de algún modo, plácido. Y con la cara como el casco gastado de un viejo buque, yo a menudo miro a los caminos bajo la colina.
Los que alguna vez atravesé,
y todo aquello con lo que me topé. Como irremediablemente se alejó de mi, soltando mi mano con el desesperado intento de aferrarse el uno al otro.
Yendo lejos, lejos, lejos hasta donde yo no pude mirar las lágrimas, yendo adonde yo habría querido ir, para ya tampoco ver las mías.
A todos esos lugares donde alguna vez yo soñé estar,
y a donde ahora tan sólo puedo imaginar. Trazando con mis ojos el punto en que les perdí de vista, imaginando que caminos siguieron tras aquel instante triste,
reescribir en mi cabeza escenarios en los que fueron más felices, mundos en los que mis labios resecos y mis manos frías eran pequeñeces, porque al final habrían sido felices.
-Mundos en los que yo ya no existía, y nunca tuve que coger mi propia mano a medio llanto, mundos en los que nunca tuve que aprender a decirme a mi mismo que todo iba a estar bien.
Que ser olvidado estaba bien.
Mundos en los que nunca estuve solo con el amanecer, la playa o los fuegos artificiales.-
Mundos en los que no tuve que llorar riendo, para que mi mundo no se parara un segundo, mientras por dentro yo intentaba consolar mi propia pena.
Y miro, y miro. Con los labios fruncidos yo miro, intentando perseguir la memoria de cada cosa, de cada chica, de cada amigo. De cada amante, de cada mujercita con su esencia única y con sus sueños dulces, mientras cada fragmento de mi corazón tiembla contra el resto, un pequeño nombre grabado a cada pedazo.
-Y para el punto que recordar es demasiado, yo sólo alzo la vista.
Al cielo estrellado... A mi cielo estrellado. Donde como luceros brillantes, fulguran todas las cosas que me importan. Pero ésta vez... Sin caminos. Esos... Los dibujo yo.
Para un encuentro casual en el parque, completamente accidental a media tarde. Para acordarme en un sueño de aquel número que hace tanto se me perdió... Para escribir un correo a aquel mail que me sé de memoria, pero al que hace años no mando nada... Y quizás, recibir una respuesta.
Por otra puesta de sol con risas, por otra cerveza entre amigos. Por otra ronda de póquer, por otra partida de fútbol, por otro beso tras un árbol, por otro cielo azul... Por otra tarde de playa, por otro helado tras una tarde de playa... Por otra caminata de vuelta a casa, por otro cachondeo en el bus, por una, una sola cosa más, cualquiera... Para ya no llorar más en noches así.
Porque os extraño, ¿Sabéis? Sois irremplazables, todos. Todos...-
Casi puede destruirme, el pensar que el tiempo ha pasado para vosotros también. Que ya no sois los mismos, que ya no soy el mismo. Que a veces alguien que se parezca a uno de ustedes, podrá, tal vez, llevarme de vuelta por un rato...
Pero ya no serán ustedes. Ya no serán las mismas, tardes, ya no será lo mismo... Ya nunca el mundo será igualmente bello,
aunque eso no vaya a impedir que me siente aquí, a mirar el cielo. Aunque eso no vaya a impedir que yo solloce tras una inmensa sonrisa, y que me sienta una vez más de 18,
con una bufanda salvaje y un par de converse negras.
O de 16, con uniforme de undécimo y una baraja en la mano.
O de 14, con chaqueta de invierno y un sonrojo parisino.
O de 5, mucho antes de la colina, del llanto y la sonrisa de mentiritas. Inocente, risueño... Antes de todas las cacofonías, y antes de toda la tristeza.
Antes... En un camino tan lejano, que no puedo ni imaginarlo.
Última edición:
