Los letargos.

OP

Ima!

Un monito libre
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una oficina del ministerio
Un día el hombre se dejó estar y, sin aviso alguno, un parpadeo lo hizo reaccionar. Ocurre que el suceso del parpadeo en el hombre es tan común que, cuando se enteró que parpadeaba, se asustó terriblemente y corrió desesperado al espejo. Parpadeo una vez más: del asombro, dio contra el piso donde lentamente un llanto lo atacó.

Éste llanto, al no ser común en él tampoco por ser un típico hombre de negocios (sin tiempo para esta acción tan liberadora y espectacular), se alargó de forma inconmensurable, con lo que reprimió el saber de que parpadeaba para que no volviera a ocurrir ese molestoso llanto.

Una información que no tenemos no nos deja saber que ocurrió con el sujeto concretamente después de esto, ya que sólo investigamos este incidente; lo que sí podemos afirmar es que el descubrimiento del parpadeo, que desencadenó en llanto, afecto su vida rotundamente: cada vez que ocurría éste se desmenuzaba en cabellos, arrugas, uñas; sangre.

Un día el hombre, sin percatarse obviamente, lloró su muerte y parpadeo. Demasiado tarde.
 
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