Perfección.
Uno no cree en la perfección hasta que la ve. ¿Y cómo actuas entonces, siendo el tiempo una bomba a punto de estallar y hacer todo cenizas?
Por supuesto, solo un tonto esperaría conservarla más de un instante. Es imposible. Si la retienes, eventualmente se transforma en algo más; y si la dejas libre, así como llega, subitamente huye, y no vuelve hasta que crees haberla olvidado. Es un ciclo, uno terrible y compuesto por el peor de los sufrimientos, ese que aumenta entre más vueltas le das en tu mente.
La perfección es la estela de un meteorito, la caída de la lluvia, la forma de una nube; no hay manera de hacer que se detenga para ti, ni siquiera en los recuerdos, que siempre duelen. El dolor, claro, es parte de ella; nos hace apreciarla y darle un valor tan alto, que todos y cada uno de nosotros la buscamos.
Ella era perfecta. Inalcanzable, lejana incluso cuando te miraba a escasos centímetros, con esa sonrisa que por más que intentas describir no puedes, y su mirada se quedaba guardada en tu pecho cuando hace ya un buen rato la había retirado de ti.
No quiero describirla, no puedo describirla. Se desvanecería al instante. Fue capaz de destrozar mi realidad y arrancarme los sueños, convirtiéndose por un momento en el único. Al menos esa sensación me pertenece, y si la olvido, morirá en mí.
Así como una parte de mí murió al despedirla. Casualmente, como si la viera todos los días... Cuando lo cierto es que solo la vi una vez, y posiblemente no la vea jamás.
Uno no cree en la perfección hasta que la ve. ¿Y cómo actuas entonces, siendo el tiempo una bomba a punto de estallar y hacer todo cenizas?
Por supuesto, solo un tonto esperaría conservarla más de un instante. Es imposible. Si la retienes, eventualmente se transforma en algo más; y si la dejas libre, así como llega, subitamente huye, y no vuelve hasta que crees haberla olvidado. Es un ciclo, uno terrible y compuesto por el peor de los sufrimientos, ese que aumenta entre más vueltas le das en tu mente.
La perfección es la estela de un meteorito, la caída de la lluvia, la forma de una nube; no hay manera de hacer que se detenga para ti, ni siquiera en los recuerdos, que siempre duelen. El dolor, claro, es parte de ella; nos hace apreciarla y darle un valor tan alto, que todos y cada uno de nosotros la buscamos.
Ella era perfecta. Inalcanzable, lejana incluso cuando te miraba a escasos centímetros, con esa sonrisa que por más que intentas describir no puedes, y su mirada se quedaba guardada en tu pecho cuando hace ya un buen rato la había retirado de ti.
No quiero describirla, no puedo describirla. Se desvanecería al instante. Fue capaz de destrozar mi realidad y arrancarme los sueños, convirtiéndose por un momento en el único. Al menos esa sensación me pertenece, y si la olvido, morirá en mí.
Así como una parte de mí murió al despedirla. Casualmente, como si la viera todos los días... Cuando lo cierto es que solo la vi una vez, y posiblemente no la vea jamás.