Trapped! [Concurso de Relatos: World Tales] 2do. Lugar

I

Desorientada, poco a poco comienza a recobrar la conciencia. No recuerda lo que ha pasado, y el dolor que siente en la cabeza y en varias partes del cuerpo la mantiene todavía semidormida. El frío que siente en el cuerpo poco a poco se va haciendo presente, intenta mover los brazos, desentumirlos un poco, y es ahí donde cae en la cuenta que se encuentra atada de manos y pies. Un grito brota de su garganta al instante, pero en lugar de su propia voz amplificada, solo se oye un gemido ahogado. Es entonces cuando cae en la cuenta que una cinta le oprime la boca. Un escalofrío empieza a invadir su mente y abre los ojos, intentando orientarse y de una vez, extraer de su adormecido cerebro que diantres esta haciendo ahí. Un delgado rayo de luz apenas se cuela por una abertura en la pared, pero la oscuridad es casi absoluta.
– ¡Cálmate!, esto debe tener una explicación – se dice a si misma mientras busca incorporarse un poco, con mucho esfuerzo consigue arrastrarse y termina apoyada en una descuidada pared del fondo.
Recuerda haber empezado su día como cualquier otro, incluso recuerda lo dulce de la empanada que desayunó y a su madre saliendo de prisa, reprimiéndola por no darse prisa y tener que adelantarse para no llegar nuevamente tarde al trabajo. Incluso antes de salir, recibió un mensaje de su mejor amiga, Tracy, para recordarle que no olvidara llevar dinero para, después de las clases, ir a curiosear en la tienda de discos.
Al parecer su cerebro seguía funcionando, eso ya era algo, a pesar de ahora sentir como si una retro excavadora estuviera haciendo reparaciones, en algún lugar muy en el fondo de su cabeza ¿Por qué podía recordar detalles tan insignificantes y no tener ni idea de cómo había terminado allí?
– Debo seguir recordando – pensó, y vislumbró una imagen de ella misma haciendo un recuento antes de salir de casa, por si algo olvidaba. Cerrar la puerta con doble llave y salir corriendo a esperar el autobús.
El día estaba nublado y la lluvia, si bien no era abundante, hacia que en los cristales de sus anteojos aparecieran algunas pequeñas gotas en ratos. Debía haber vuelto por un paraguas, pero la parada del autobús estaba solo a un par de cuadras, si se daba prisa no tendría que estar mucho tiempo bajo la lluvia y si tenía suerte el autobús no demoraría demasiado.
Avanzó segura por las solitarias calles, sorteando algunos charcos que se habían formado en el suelo. Mil veces había recorrido ya el mismo camino a lo largo de los días, que podía haber recorrido el camino con los ojos vendados, pero la misma costumbre nos hace olvidar las sorpresas que a veces el destino nos tiene aguardadas. Quizás el mal clima hacia ver todo tan distinto, tan lúgubre, incluso aterrador, porque incluso antes de lo que pasó a continuación, ella tuvo la certeza de que algo no iba bien.
Recuerda sentir una presencia por detrás de un callejón, una sombra sin rostro y sentir el peso de un cuerpo recargándose sobre ella, las manos, gruesas y masculinas, reteniéndola con fuerza, aprisionando su cuerpo impidiéndole escapar, y un pañuelo sobre la cara, paralizando sus sentidos y sumiéndola en un estado de somnolencia. Sus fuerzas menguaron, quería gritar, pedir ayuda, pero la desesperación llego a su mente al saber que no había a quien acudir, todo pasó tan rápido que sólo ahora rememorando los hechos, se da cuenta que ha sufrido un secuestro.
Las lágrimas afloran en su rostro, su mente, ahora ya despejada y despierta, comienza a estar conciente de su delicada situación. El secuestro por dinero no es una opción, su madre apenas tiene dinero para rentar ese desvencijado cuarto en el que viven, nunca llamaría la atención con sus ropas viejas y remendadas que usa a diario. Sus latidos aumentan conforme las opciones restantes pasan por su mente, tantas cosas terribles que se leen en los periódicos y leyendas urbanas que circulan por Internet, tan difíciles de concebir y que ahora le parecen tan reales y la hacen estremecer.
Busca desesperadamente su teléfono celular, implorando al cielo que la persona responsable sea tan estúpida para cometer un error, y darle un poco de esperanza. ¡Lástima!, la esperanza muere tan pronto como empezó, y la deja sumida en el llanto y temiendo lo peor. Piensa en su madre y en lo que quedará sin hacer el día de hoy, y solo le queda aguardar a que todo sea no más que un error, un mal sueño y que pueda volver a su cotidiana vida, y promete a un dios al que no ha rezado en mucho tiempo que le ayude.
– ¡Haz que esto termine y pueda volver pronto a casa! –

II

Un nivel mas arriba, un hombre mira por la ventana, ha parado de llover y el sol comienza a despuntar. Mientras lee el diario matutino que han dejado bajo su puerta sorbe un café negro, pensando si la chica ya habrá despertado. Esta ocasión ha sido más sencilla, lo único que ha tenido que hacer es observarla por un par de días para conocer al detalle su rutina y buscar el momento adecuado. Esperaba que fuera en la noche, donde la oscuridad evitaría los posibles inconvenientes, pero al hacer su ronda matutina ha visto salir a su madre sola, y su instinto le ha dicho, casi gritado, que habría una oportunidad de oro. No se ha equivocado, ¡al contrario!, parece que se vuelve más experto con cada situación. Varias páginas del periódico después, pasa a la sección policíaca y contempla indiferente un encabezado de apenas unos centímetros, mas pequeño que un anuncio publicitario que hay en la pagina contigua: “Encuentran otro cuerpo de una joven en un basurero”. ¡Qué decepción!, habría pensado que para entonces los periódicos le habrían dedicado mas atención al caso.
Lee un poco los detalles: sin rastros de tortura, sin huellas de violación, sin disparos, solo una misteriosa marca grabada en la espalda, la policía no tiene idea de quien es el asesino, y sospechan que podría ser obra de un culto satánico. Ineptos, todos ellos, ni siquiera comprenden la grandeza de su obra, y al parecer aun les falta una mas por localizar, aunque esta seguro que tampoco ayudara a que las cosas cambien, para ellos solo es un asesinato más de otro demente cualquiera.
Vuelve a pensar en la chica que esta abajo, tal vez está haciendo las cosas mal, las fotos en el periódico carecen de impacto, no hay sangre, ni marcas en la victima que hagan pensar a los lectores, tal vez ya es hora de que estos payasos de la prensa comiencen a tomarlo más en serio.

Fin (?)