Regresa
Regresa, por favor. Yo creí que tú eras perfecta para mí. Tenía esta loca ilusión de pasar gran parte de mi vida contigo, y si ésta me lo permitía, mucho más. Creí que nunca habría un problema que no pudiéramos solucionar, que nuestra felicidad perduraría, que teníamos más razones para estar juntos que para estar separados, y, aunque todavía creo en esto último, ya no te veo como antes. Mi amor por ti es mi vida, igual de grande y valioso. O al menos eso sentí, pero ahora sólo estoy lleno de este vacío que me dejaste. ¿Qué hice? Quisiera saberlo, quisiera que estuvieras aquí para decírmelo, quisiera haber sido lo mejor para ti pero no lo soy, y tú tampoco lo fuiste para mí. En tus frías manos te entregué mi corazón, cargado de esperanza, ilusión, amor; no lo valoraste, lo dejaste caer y éste se rompió. Intenté repararlo, pedí tu ayuda y te negaste. Mientras juntaba los trozos, se esfumó la ilusión y la esperanza se me escurrió de las manos, pero mi amor era fuerte y se aferraba a los despojos de mi corazón. Me quedé sólo con esta cáscara agrietada, en cuyo fondo yacía mi amor infeliz, esperando su muerte. Amor que había sido el primero de mi corazón; ansioso, curioso, apasionado, miedoso, iluso, frágil. El tuyo ya estaba agrietado antes de conocerme, nunca me dijiste por qué, ni qué había dentro, y tampoco pude tocarlo, no me dejaste, tú también temías, pero esto te cegó y olvidaste que tienes que sostener fuerte las cosas que amas, o se van. Tus manos estaban muy ocupadas con un orgullo pesado que sólo era una carga, pero no te diste cuenta. Carga que hice más pesada, sin darme cuenta, al perseguirte con mis preguntas, ansias y expectativas; y con esto tu miedo se hizo más fuerte y tu indiferencia más fría. Por todo esto quisiera darte mis disculpas, pero no lo haré, porque no quiero que la tires al montón junto con las demás. Quiero que mis sentimientos pasen, quiero ser el mismo de antes, cuando no sentía dolor. Si me amaste, no lo supe, pero me hacías feliz. Estoy resignado, triste, y mi alma moribunda, pero hoy miré dentro de mi corazón y descubrí de nuevo la esperanza, oculta bajo la decepción, pequeña pero fuerte como para mantener vivo a mi cansado amor. ¡Estúpida esperanza! No recuerda que te grité cuando dejaste caer mi corazón y que no vas a volver, y que yo estoy muy cansado para correr tras tuyo de nuevo.
