Una rosa blanca partida a la mitad
por cada mujer que alguna vez amé,
manchadas de una sangre más roja que el crepúsculo,
teñidas por excelsas caricias afiladas.
Espinas esparcidas en el cielo de piedra,
reflejan las historias de esta tierra tan triste;
tus pies dejando lágrimas hicieron su camino,
quemaron este suelo de hielo y de cristal.
Una rosa blanca partida a la mitad,
dos caras tan distintas como el cielo y el mar;
mira bien, no te engañes, sólo una es la real,
seguro no es aquella que es digna de mirar.
Rosa blanca teñida cual los labios de aquella
que con besos de luna, de mar o de sal,
pasó tal como pasa el viento por una esquina
la colma de su aroma, mas no para jamás.
por cada mujer que alguna vez amé,
manchadas de una sangre más roja que el crepúsculo,
teñidas por excelsas caricias afiladas.
Espinas esparcidas en el cielo de piedra,
reflejan las historias de esta tierra tan triste;
tus pies dejando lágrimas hicieron su camino,
quemaron este suelo de hielo y de cristal.
Una rosa blanca partida a la mitad,
dos caras tan distintas como el cielo y el mar;
mira bien, no te engañes, sólo una es la real,
seguro no es aquella que es digna de mirar.
Rosa blanca teñida cual los labios de aquella
que con besos de luna, de mar o de sal,
pasó tal como pasa el viento por una esquina
la colma de su aroma, mas no para jamás.