"El camino al paraiso"

Me sentía solo y abrumado esa noche, con personas crueles en mi vida, estaba vació de emociones, mi única compañía era la notoria luna, que se encontraba más arriba que el horizonte.
Todo paso tan rápido, no supe como reaccionar, estaba aturdido y desorientado, no podía abrir los ojos, escuchaba voces y sentía sangre rodear mi cuerpo, sin dolor alguno, no sentía nada mas en lo absoluto, ni si quiera la suave brisa de invierno.
Solo estaba flotando en el aire, mirando todo a mi alrededor desde aquella altura, había muchos llantos y gritos viniendo de muchas direcciones, mire distraídamente hacia un lado y note un cuerpo que ya sia en el piso sin vida con un rojo tiñendo su piel y la calle de aquel camino de la oscuridad salía, me pareció familiar pero aun así lo ignore por completo.
Sin poder evitarlo empecé a elevarme nuevamente, cerré los ojos por un momento por el miedo que me acosaba, y al abrirlo un escalofrió impresionante rodeo mi cuello como una bufanda, en ese instante me exalte, y me di cuenta que me encontraba en un lugar que nunca había estado era tan ilógico y confuso como mis pensamientos, me era tan conocido pero a la vez tan ajeno.
Ya estaba en tierra y me decidí por recorrer el lugar y camine por un trigal casi dorado, el sol brillaba con mucha fuerza, y cada vez que me sacaba el brazo de mi rostro para seguir caminando me segaba sin piedad alguna, así seguí a ciegas, sintiendo con mi olfato la agradable fragancia que se sentía en aquel lejano lugar, al notar que una extraña sombra me cubría de los rayos del sol, abr mis ojos con curiosidad, y vi. un árbol enorme que te daba una sensación de frescura, al mirar mas de cerca percibí que había una persona, era una dulce pequeña, le ise tantas preguntas como pude, pero en vano, solo me miro fijamente y me dijo en un tono muy tierno –As muerto y a mí as llegado para el cielo entrar-. Al mirar hacia el horizonte, note muchos adolescentes felices, sin preocupaciones ni problemas, era como el paraíso, la niña sujeto con fuerza mi mano y me guió hasta aquel sendero luminoso lleno de alegría y armonía.​