Apocalipsis

OP
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El mundo se ha movido
Apocalipsis

Próloguo
El pasillo por el que pasaba era oscuro y angosto, con múltiples caminos adyacentes al en que yo me encontraba, cada uno tan parecido al otro en todos los aspectos: mugrientos, descuidados y poco iluminados. Solo podía contar con unos cuantos focos que emanaban tenues luces para continuar mi camino, cada una de esas luces pasaban tan rápido por encima mío, que parecían un grupo de luciérnagas bailando en la oscuridad de la noche.

Mis pisadas a través de las instalaciones eran fuertes y rápidas, parecía que las plantas de mis pies se incendiaban con cada zancada que daba, casi podía sentir que mi corazón explotaba de tanta agitación y que mi estómago se me revolcaba de lado a otro; pero tenía que seguir, no podía detenerme, después de todo ¿no estaba yo huyendo?... ¡pues claro! ¡Eso hacía!; corría como nunca antes había corrido, como si mi vida dependiera de ello -aunque así era- corría para tratar de dejar atrás la terrible "oscuridad" que me perseguía, después de todo podía hacerlo, ya la estaba dejando atrás.

¡Aún así! ¡Maldición! no puedo creer que esto me este pasando, es decir, de todos los cautivos en este lugar ¿por qué tenían que soltarme a mí? ¡Me esforcé tanto para no sobresalir por sobre los demás prisioneros! ¡Fallaba cada prueba! ¡No tenían razón para elegirme!

Mientras seguía tratando de encontrar otro camino a seguir a través de este laberinto de metal en el que encontraba, solo una simple verdad rondaba por mi cabeza, lo único de lo que estaba seguro en ese momento y me mantenía huyendo: ¡no quería morir!, no podía morir aún, no estoy preparado, ¡estoy demasiado asustado para morir!.

Aunque por otro lado ¿cuál es la importancia de mi existencia? hace unas horas no me importaba si vivía o moría, después de todo, los últimos seis meses que pasé aquí no hice nada mas que temer a que el día siguiente llegara; pasaba las horas en mi celda, asustado, solo y perdido, salvo las veces en las que los sujetos de bata blanca me sacaban de allí; recuerdo que ellos me llevaban a una habitación lejos de los calabozos del piso inferior, encadenado me hacían subir por un ascensor que llegaba hasta el exterior, pero nunca salíamos, nos deteníamos en el piso trece -la instalación tenía sus pisos ocultos bajo tierra, el calabozo era el piso catorce- me hacían entrar a una especie de habitación con paredes blancas, totalmente vacía, salvo por una gran silla de metal, que a simple vista parecía una silla común y corriente, solo que al momento de sentarme dos barras de metal se replegaban de ella, sujetándome los brazos, después de eso un "doctor" de traje blanco venía y me sujetaba fuertemente del brazo inyectándome una especie de "suero rojo" y luego... eso es todo, no recuerdo nada más, siempre que eso ocurría despertaba devuelta en mi celda, irónicamente con un plato de comida a mi lado, como si se tratase de una especie de "recompensa".

Había escuchado que otros cautivos resistían más los efectos del "suero rojo" pero esa era la menor de mis preocupaciones, yo solo quería seguir durmiendo en mi celda, fantaseando, imaginando que algún día podría salir de allí.

Nada de eso importaba ahora, sabía lo que sucedería, había escuchado a los doctores hablar de esto varias veces cuando venían a recogerme, una vez que un prisionero era metido en el laberinto no podía salir jamás -¿a qué se referían con eso?, me preguntaba siempre- nunca supe la razón hasta este momento: la muerte en forma de humo negro. Aquel humo era a lo que más temía en ese momento, en el momento en que lo vi venir pude sentir que toda mi vida y fuerzas se alejaban de mi cuerpo bruscamente ¿Qué carajos era eso? ¡Mi vida, alegría, esperanzas y sueños, arrebatados por una horrible cortina negra! ¡Una cortina que estaba seguro que si no me movía me abría arrancado la misma alma!

A través de los pasillos seguía huyendo, hasta que... ¿qué era eso? ¿Podría creer lo que mis ojos ven?; ¡sí! ¡Una puerta! ¡Una puerta que parecía ser la de un ascensor! ¡La única que había visto desde que me tiraron a este asqueroso calabozo de metal, por fin saldré de aquí!

Apretando bruscamente el botón para abrir la puerta de mi salvación esperé a que la puerta se abriera, nunca había sentido tan largos los segundos en mi vida, sentía como toda esa angustia y temor se iban alejando, ¡por fin había encontrado la salida! Rápidamente entré al ascensor y... espera, ¡esto no es un ascensor! ¡Es otra maldita habitación más! ¡Otra condenada habitación vacía!

La puerta detrás de mí se cerró con fuerza, dejándome atrapado en aquella habitación, también de color blanco, con tan solo cuatro paredes y un tubo de ventilación.

"El sujeto completo la prueba" dijo alguien.
"Excelente, por favor proceda según los planes" respondió una voz misteriosa.

De repente el terrible humo negro salió por ese tubo de ventilación, pero... ¿cómo había llegado hasta aquí? ¡Se supone que era lento, que podía dejarlo atrás si corría a toda velocidad!, o talvez... ¿este era su plan desde el principio?

Y la cortina de muerte negra bailo sobre mí como un huracán girando alrededor de la habitación, poco a poco empapándome con su horrible y casi palpable sed de muerte, succionando todo lo que tenía de vida, hasta que en el último segundo pude sentir como se llevaba mi... alma.
 
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Me puse a leer el prólogo de tu historia y me gustó. Me gusta la forma como describes las situaciones, las locaciones y la angustia del personaje. Tienes facilidad narrativa y se nota que tienes fluidez al esribir.
Tienes algunos errores ortográficos.
En lo que respecta a la historia, me gusta la forma como lo planteas desde la desesperación del personaje hasta el inesperado final. Algunas partes y situaciones me hacen recordar un relato anterior tuyo, no recuerdo bien el nombre, por lo de la niebla.
Deberías hacerlo tu primer capítulo en lugar del prólogo, aunque eso es decisión tuya.
Como te dije, me gustó y esperaré el siguiente capítulo para saber como se desenvuelve la historia.
Yo también inicié una nueva historia, te invito a que la leas y me des tu opinión.
 
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