OP
Aquí tenéis mi nueva historia. Antes de nada, os dejo un pequeño prólogo (El prólogo y el primer capítulo son bastante cortos pero los próximo capítulos será más largos:
Esta historia es muy especial, una historia que demuestra que la esperanza puede con todo y que los deseos se cumplen si te esfuerzas para que esto ocurra. La historia transcurre en un tiempo desconocido, en un mundo de fantasía, donde muy pocas veces ocurren historias como esta. La historia cuenta como un chico de 17 años llamado Klim, después de ser separado de la muchacha a la que él quería, por motivos que desconoce, intentará descubrir por qué tuvo que pasar esto e intentará recuperarla. Klim vive con sus padres en una ciudad llamada Telmin, perteneciente al reino Leria. Desde pequeño, el mayor sueño de Klim y su mejor amigo, Linard, es pertenecer al ejército de Leria, por lo que desde hace mucho tiempo, entrenan para serlo con un amigo de la familia de Klim, Harnel.
Livia... ¿Eres tú? Livia... ¡No! ¡Livia!
-¡Klim!
Klim despertó de forma muy brusca después de oír esa voz. Tardó bastante en levantarse y cuando lo consiguió, vio que había alguien a su lado mediante una sombra. Giró la cabeza para descubrir quién era aquel individuo.
-Linard... - susurró Klim. ¿Qué haces aquí?
-Estaba entrenando con Harnel y al volver a mi habitación he oído ruidos. ¿Qué estabas soñando? ¿Es Livia verdad?
Klim bajó la mirada.
-Todas las noches es lo mismo. Aparece ella y se aleja poco a poco. Y yo no puedo hacer nada, y no lo pude hacer cuando ella se tuvo que marchar... ¿Por qué se tuvo que ir? No lo entiendo…
-Olvídate de eso - le interrumpió Linard intentando tranquilizarle ya que notó que el tono de voz de Klim iba aumentando cada vez más. - Vamos a entrenar con Harnel, aún tengo fuerzas.
Linard sonrió y Klim hizo lo mismo, mientras se levantaba de la cama. Se vistió y los dos salieron de la habitación. El cuarto del que se marcharon era bastante vacío. Solo tenía una mesa, unas cuantas sillas y una cama. Klim y Linard se dirigieron, por un pasillo estrecho, hacia una puerta muy grande. Linard abrió la puerta y los dos entraron. Aquella habitación era enorme. Habian varias espadas y escudos de madera. Harnel, un hombre de unos cincuenta años estaba sentado en el suelo, pensativo. Al ver entrar a los dos chicos les miró y sonrió.
-¿Vosotros que hacéis aquí? ¿No tendrías que volver ya a vuestras casas? - dijo mientras sonreía.
-Quisiéramos entrenar un poco más - mencionó Linard.
-Está bien, pero después no quiero tener problemas con vuestros padres - dijo Harnel mientras se levantaba.
De pronto, la puerta de la habitación se abrió y entró una mujer de unos 24 años. Tenía un atuendo sencillo.
-¡Tania! - mencionó Klim, sorprendido. ¿Qué haces aquí?
-Lo mismo digo - dijo Tania sonriendo, mientras se acercaba a los chicos. - ¿No tendríais que estar volviendo a vuestras casas a estas horas? ¿O es que las cosas han cambiado más de lo que yo pensaba?
-Hemos decidido entrenar un poco más - mencionó Linard. - Pero ¿tú no estabas en Mirald?
-Sí, pero he decidido ir a visitaros. Ahora estoy de vacaciones y además, Filiam se ha ido de viaje. ¡Cuánto tiempo ha pasado desde que me fui!
-Tienes razón, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. - mencionó Klim. – Unos dos años.
-Cuánto habéis crecido ¿no? – mencionó Tania.
Klim y Linard sonrieron. Después Tania levantó la mirada y miró a Harnel, que estaba bastante serio. De pronto, éste cambió la expresión de su cara y sonrió.
-Hola Tania – mencionó.
-Hola Harnel – le respondió Tania. - ¿Qué tal?
-Por ahora está todo bien. Las cosas no han cambiado mucho.
-Me alegro.
-Bueno ¿y ahora qué? – habló Klim esta vez. - ¿Qué te parece si nos cuentas qué tal te ha ido en Mirald?
-Me gustaría, pero no puedo. Tengo que ir a la casa donde me alojaré estos días a ordenarlo todo. Cuando he llegado, he ido corriendo directamente hasta aquí.
-Bueno entonces ya hablaremos otro día – dijo Klim mientras él y Linard se acercaban a la puerta. Mejor dejamos el entrenamiento para mañana.
-Está bien, chicos, ya nos veremos mañana. – mencionó Harnel. Hasta luego Tania.
Los tres salieron de la habitación y Harnel se sentó en el suelo.
La noche era fría y se podía oír claramente el impacto de las gotas de agua contra los tejados de las casas. La lluvia era cada vez más intensa y llegó un momento en el cuál no había nadie en las calles. Después, cuando la intensidad de la lluvia bajó un poco, se podía ver a una silueta caminando en la oscuridad. Al llegar a una de las casas, la casa de Harnel, golpeó la puerta varias veces. Después de unos segundos, Harnel abrió la puerta.
-Tania – mencionó Harnel sorprendido, aunque después, le miró con rostro serio, el mismo con el que le miraba Tania.
-Tengo que hablar contigo – le respondió Tania.
Harnel no dijo nada en los siguientes momentos. Miraba fijamente a Tania hasta que mencionó, con tono tranquilo:
-Vale, pasa.
Tania entró en la casa, la cuál era bastante pequeña, como las demás de aquel pueblo. Había una puerta, mediante la cual se podía llegar a la sala de entrenamiento. Se sentó en una de las sillas y Harnel en otra.
-Es por lo de Filiam ¿verdad? – mencionó Harnel.
Tania le miró pero no dijo nada.
-¿Qué ha pasado? – hablo Harnel de nuevo.
-No puedo más. – dijo Tania, con tono incómodo – Tarde o temprano me encontrarán. No puedo seguir viviendo así...
Después de unos instantes, Harnel mencionó:
-¿Alguien más, aparte de mi, sabe la verdad?
-Nadie me cree. Nunca fui bien recibida entre los demás y ahora eso me afecta más que nunca.
Ninguno de los dos habló en los siguientes momentos hasta que Tania irrumpió el silencio:
-Tenemos que contar la verdad a Klim…
-¡Ni hablar! – gritó Harnel, interrumpiendo a Tania – no sabes de lo que sería capaz si supiera eso. Estaba más enamorado de ella de lo que tú crees.
-Le contaré la verdad, me creerá…
-No. Yo le conozco muy bien. Y aunque te creyera, no sabes lo que podría hacer por ella al saber lo que pasó.
Tania no dijo nada y bajó la mirada.
-Además, ¿qué puedo hacer yo? – mencionó Harnel.
Esta vez, Tania miró a Harnel y dijo:
-Tienes que ayudarme descubrir quien lo hizo.
A la mañana siguiente en casa de Klim…
-Mamá, me voy a la plaza – dijo Klim mientras se ponía los zapatos – he quedado con Linard ahí.
-Vale, pero no llegues tarde – le respondió su madre desde el salón.
-No te precupes – mencionó Klim.
Después, salió de la casa. Hacía mucho calor en la calle por lo que casi no habían charcos de la lluvia de la noche anterior. Klim se dirigió a la plaza Sefalot. Se llamaba así en honor a Alkim Sefalot, el guerrero más grande de Telmin, que llegó a participar en la mayor guerra de la historia, la cual se produjo entre Leria y El Reino de Teopetria. Este reino llegó a conquistar una gran parte de todo el mundo. Aquella guerra duró varios años, hasta que Teopetria quedó destruida completamente, ya que el ejército de Leria era mucho más grande y más fuerte. Después de esto, no se produjo ninguna guerra más.
Klim, al llegar a la plaza, que estaba bastante cerca de su casa, vio a Linard y se acercó a él.
-¿Adónde vamos esta vez? – le pregunto Klim.
-Podríamos ir a casa de Harnel. Estos días tenemos que entrenar mucho, ya que pronto tendremos dieciocho años y podremos entrar en el ejército de Leria.
-Sí, tienes razón – le respondió Klim, sonriente- por fin se cumplirá nuestro sueño. Pero no creo que sea tan fácil.
-Lo sé – mencionó Linard, sonriendo – pero hay que tener esperanza.
-Eso es lo que me dijo mi padre cuando le conté que quería pertenecer al imperio. Y claro que sí, lo conseguiremos.
Linard asintió, decidido. Cuando estaban a punto de irse, alguien se acercó a ellos.
-Hola chicos – mencionó aquel ser.
Klim y Linard se giraron y vieron a un hombre de unos veinticinco años.
-Hola Jelmer – dijo Klim, sorprendido. ¿Qué haces por aquí?
-Estaba viendo unos objetos en una tienda de aquí. ¿Y vosotros qué? ¿Vais a entrenar con mi padre?
-Sí – le respondió Linard. Ahora tenemos que entrenar más que antes. Pronto podremos entrar en el Ejército de Leria.
-Por fin – mencionó Jelmer, contento – Recuerdo cuando veníais hace varios años a entrenar. Erais unos pequeñajos.
Los tres rieron. Jelmer iba a decir otra cosa pero se detuvo. Estaba muy nervioso.
-¿Te pasa algo? – mencionó Klim al ver que Jelmer estaba un poco raro.
Jelmer no respondía en los siguientes instantes. Después reaccionó y les respondió con tono inquieto:
-Nada, nada… Me tengo que ir a ver si encuentro lo que me pidió mi padre.
-Vale, hasta luego – mencionó Klim. Él y Linard no entendían qué había pasado. Jelmer se alejó rápidamente. Después, Klim y Linard se dirigieron a casa de Harnel. Por el camino, Klim pensaba en Livia. Recordaba aquellos momentos en los que estaban juntos. Estaba seguro de que algún día se encontrarían de nuevo y él descubriría por qué tuvieron que ser separados.
El cielo estaba muy nublado cuando faltaba bastante camino para que Klim y Linard llegasen a casa de Harnel. Hacía más frío que hace unos instantes y la intensidad del viento aumentó notablemente. Cada vez habian menos vendedores ambulantes en las calles. Cuando el sol fue completamente tapado por las nubes, comenzaron a caer unas gotas de agua.
-Tenemos que ir más rápido – dijo Klim mientras ponía el brazo a poca distancia de la cara para que las gotas de agua no le entrasen en los ojos, ya que iban en contra del viento. – La lluvía podría ser igual de intensa que la noche anterior.
Linard asintió y los dos comenzaron a andar a más velocidad. Cuando llegaron a casa de Harnel, Linard golpeó varias veces la puerta. Harnel abrió la puerta y al verles, mencionó, sorprendido:
-Hola chicos. ¿Venís a entrenar?
-Sí – le respondió Klim.
-Pasad, rápido – elevó el tono de voz Harnel. - ¿Cómo podéis venir con esta tormenta en la calle?
Los dos chicos pasaron rápidamente.
-Es que – dijo Linard mientras él y Klim se recuperaban después de recorrer una gran distancia – la tormenta empezó cuando estábamos a mitad del camino.
-¿Mi prima Tania no está aquí? – preguntó Klim.
-No – respondió Harnel – Está en la casa en la que se alojará estos días. Bueno, ¿vamos?
-Sí – respondió Linard.
Los tres caminaron hasta la puerta que conducía a la sala de entrenamiento. Harnel abrió la puerta y dejó pasar primero a los chicos. Después entró él.
-Bueno, falta poco para que podáis en el Ejército de Leria. Así que ahora tenéis que entrenar mucho – mencionó Harnel, mientras cogía dos espadas y dos escudos de madera que estaban apoyados en el suelo cerca de una de las paredes. – Toma Klim.
Harnel lanzó una espada y después un escudo en dirección a Klim y éste los agarró sin problemas.
-Hoy lucharéis contra mi, primero uno y después otro – mencionó Harnel mientras se colocaba en posición de batalla. - Ya es hora de que demostréis vuestras habilidades. ¡Vamos!
Mientras tanto, en una de las calles de Telmin…
La lluvia y el viento llegaron a ser de mayor intensidad que la noche anterior. Las calles no estaban inundadas pero habian charcos gigantes. Tania caminaba pensativa, y se podía oír como pisaba los charcos cada cierto tiempo. De pronto, oyó correr a alguien detrás suya. Se giró tranquilamente y vio a Jelmer acercándose.
-Hola Jelmer.
-Hola… Me gustaría hablar contigo sobre algo…
-Jelmer – dijo Tania mientras le miraba a los ojos. – No voy a volver contigo. Creo que te lo dejé muy claro la última vez que nos vimos.
-No es sobre eso – le interrumpió Jelmer. – Mi padre me ha contado todo sobre lo de Filiam.
Tania se paró y le miró sorprendida. Jelmer también dejó de caminar.
-Y también sé que no lo hiciste tú.
Tania bajó la mirada y siguió caminando. Jelmer la acompañó.
-¿O sí que lo hiciste tú? – preguntó aterrorizado.
-Claro que no fui yo – le respondió Tania y siguió andando. -¿Cómo voy a hacer algo así? Parece que no me conoces. Ahora lo único que quiero es encontrar al que lo hizo antes de ir a la cárcel.
-¿Todos creen que has sido tú?
-Sí. He contado la verdad al Imperio y nadie me ha creído. He tenido que esconderme aquí y ahora no sé qué hacer.
Unas lágrimas empezaron a caer de los ojos de Tania y se mezclaban con la intensa lluvia. Jelmer se acercó a Tania, la abrazó y mencionó:
-Vamos, tranquila. Ya encontraremos alguna forma de solucionar esto…
-¡Déjame! – gritó Tania, llorando y liberándose de los brazos de Jelmer – Ahora te importo ¿no? Pues no te importaba tanto cuando acabaste con nuestra relación. ¿Por qué haces esto?
-Tania… - dijo Jelmer intentando tranquilizarla.
-No, da igual, no me contestes – proseguía Tania – Seguramente será otra de tus escusas tontas. Y te digo otra cosa: ¡no quiero que volvamos a hablar nunca más! Que te quede claro.
Tania se giró y se fue a un ritmo rápido de aquel lugar. Jelmer estaba abatido y se quedó parado durante varios segundos y después, cabizbajo, se fue en dirección hacia su casa.
Después de unas horas en casa de Harnel…
-Bueno – mencionó Klim mientras él y Linard estaban a punto de salir de la casa. – Mañana nos vemos.
-Sí – mencionó Harnel, contento. - Espero que mañana no llueva y podáis venir tranquilos.
-Adiós – dijo Linard.
-Adiós chicos – respondió Harnel.
Cuando abrieron la puerta vieron a Jelmer acercándose, deprimido. Ya no estaba lloviendo y algunos rayos de sol comenzaron a iluminar la tierra de nuevo. Jelmer, al ver a los chicos, murmuró:
-Hola.
Klim y Linard estaban a punto de responderle pero Harnel gritó:
-¡¿Dónde estabas?! ¿No estarías andando por la ciudad con la tormenta que había?
Jelmer no le contestó.
-¿Has visto a Tania? – preguntó Klim después de unos momentos.
-No – respondió Jelmer mirando a los chicos. Estaba algo nervioso.
-Vale. Nosotros nos vamos – dijo Linard – Adiós.
-Adiós – contestó Jelmer.
Después de que los chicos andaran sin dirigirse la palabra en ningún momento, Klim mencionó:
-¿Qué crees que le pasa a Jelmer? ¿Está un poco raro?
-No sé. Podría ser que ha tenido problemas con su padre.
-Puede ser. Me pareció rara su actitud al final de nuestra conversación…
-Sí, tienes razón.
Mientras los chicos andaban, las nubes comenzaron a alejarse y los charcos se secaron un poco. Las calles volvieron a estar llenas y los vendedores ambulantes volvieron a su trabajo. Se podía ver un precioso arco iris en el cielo.
Tania se dirigía hacia una casa que estaba cerca de la plaza Sefalot. Al llegar ahí, vio que era una casa normal, igual a las demás de la ciudad. Golpeó la puerta unas cuantas veces y una mujer la abrió. Era una mujer de una edad parecida a la de Tania.
-¿Tania? – mencionó aquella mujer, soprendida.
-¡Elma! – dijo Tania, contenta.
Las dos se abrazaron. Elma era la mejor amiga de Tania.
-¡Cúanto tiempo! – dijo Tania. - ¿Qué tal todo?
-Ahora mismo muy bien.
-¿Sigues casada con Nerald? – preguntó Tania de nuevo.
-Sí. Ahora mismo no está aquí, está trabajando. ¿Y tú qué tal? Por fin vienes a visitarme.
Tania cambió la expresión de su cara. Estaba un poco triste. Después de unos instantes, mencionó:
Verás… Tengo que contarte algo.
The Journey of Hope / El Camino de la Esperanza
Introducción
Esta historia es muy especial, una historia que demuestra que la esperanza puede con todo y que los deseos se cumplen si te esfuerzas para que esto ocurra. La historia transcurre en un tiempo desconocido, en un mundo de fantasía, donde muy pocas veces ocurren historias como esta. La historia cuenta como un chico de 17 años llamado Klim, después de ser separado de la muchacha a la que él quería, por motivos que desconoce, intentará descubrir por qué tuvo que pasar esto e intentará recuperarla. Klim vive con sus padres en una ciudad llamada Telmin, perteneciente al reino Leria. Desde pequeño, el mayor sueño de Klim y su mejor amigo, Linard, es pertenecer al ejército de Leria, por lo que desde hace mucho tiempo, entrenan para serlo con un amigo de la familia de Klim, Harnel.
Capítulo 1
Livia... ¿Eres tú? Livia... ¡No! ¡Livia!
-¡Klim!
Klim despertó de forma muy brusca después de oír esa voz. Tardó bastante en levantarse y cuando lo consiguió, vio que había alguien a su lado mediante una sombra. Giró la cabeza para descubrir quién era aquel individuo.
-Linard... - susurró Klim. ¿Qué haces aquí?
-Estaba entrenando con Harnel y al volver a mi habitación he oído ruidos. ¿Qué estabas soñando? ¿Es Livia verdad?
Klim bajó la mirada.
-Todas las noches es lo mismo. Aparece ella y se aleja poco a poco. Y yo no puedo hacer nada, y no lo pude hacer cuando ella se tuvo que marchar... ¿Por qué se tuvo que ir? No lo entiendo…
-Olvídate de eso - le interrumpió Linard intentando tranquilizarle ya que notó que el tono de voz de Klim iba aumentando cada vez más. - Vamos a entrenar con Harnel, aún tengo fuerzas.
Linard sonrió y Klim hizo lo mismo, mientras se levantaba de la cama. Se vistió y los dos salieron de la habitación. El cuarto del que se marcharon era bastante vacío. Solo tenía una mesa, unas cuantas sillas y una cama. Klim y Linard se dirigieron, por un pasillo estrecho, hacia una puerta muy grande. Linard abrió la puerta y los dos entraron. Aquella habitación era enorme. Habian varias espadas y escudos de madera. Harnel, un hombre de unos cincuenta años estaba sentado en el suelo, pensativo. Al ver entrar a los dos chicos les miró y sonrió.
-¿Vosotros que hacéis aquí? ¿No tendrías que volver ya a vuestras casas? - dijo mientras sonreía.
-Quisiéramos entrenar un poco más - mencionó Linard.
-Está bien, pero después no quiero tener problemas con vuestros padres - dijo Harnel mientras se levantaba.
De pronto, la puerta de la habitación se abrió y entró una mujer de unos 24 años. Tenía un atuendo sencillo.
-¡Tania! - mencionó Klim, sorprendido. ¿Qué haces aquí?
-Lo mismo digo - dijo Tania sonriendo, mientras se acercaba a los chicos. - ¿No tendríais que estar volviendo a vuestras casas a estas horas? ¿O es que las cosas han cambiado más de lo que yo pensaba?
-Hemos decidido entrenar un poco más - mencionó Linard. - Pero ¿tú no estabas en Mirald?
-Sí, pero he decidido ir a visitaros. Ahora estoy de vacaciones y además, Filiam se ha ido de viaje. ¡Cuánto tiempo ha pasado desde que me fui!
-Tienes razón, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. - mencionó Klim. – Unos dos años.
-Cuánto habéis crecido ¿no? – mencionó Tania.
Klim y Linard sonrieron. Después Tania levantó la mirada y miró a Harnel, que estaba bastante serio. De pronto, éste cambió la expresión de su cara y sonrió.
-Hola Tania – mencionó.
-Hola Harnel – le respondió Tania. - ¿Qué tal?
-Por ahora está todo bien. Las cosas no han cambiado mucho.
-Me alegro.
-Bueno ¿y ahora qué? – habló Klim esta vez. - ¿Qué te parece si nos cuentas qué tal te ha ido en Mirald?
-Me gustaría, pero no puedo. Tengo que ir a la casa donde me alojaré estos días a ordenarlo todo. Cuando he llegado, he ido corriendo directamente hasta aquí.
-Bueno entonces ya hablaremos otro día – dijo Klim mientras él y Linard se acercaban a la puerta. Mejor dejamos el entrenamiento para mañana.
-Está bien, chicos, ya nos veremos mañana. – mencionó Harnel. Hasta luego Tania.
Los tres salieron de la habitación y Harnel se sentó en el suelo.
Capítulo 2
La noche era fría y se podía oír claramente el impacto de las gotas de agua contra los tejados de las casas. La lluvia era cada vez más intensa y llegó un momento en el cuál no había nadie en las calles. Después, cuando la intensidad de la lluvia bajó un poco, se podía ver a una silueta caminando en la oscuridad. Al llegar a una de las casas, la casa de Harnel, golpeó la puerta varias veces. Después de unos segundos, Harnel abrió la puerta.
-Tania – mencionó Harnel sorprendido, aunque después, le miró con rostro serio, el mismo con el que le miraba Tania.
-Tengo que hablar contigo – le respondió Tania.
Harnel no dijo nada en los siguientes momentos. Miraba fijamente a Tania hasta que mencionó, con tono tranquilo:
-Vale, pasa.
Tania entró en la casa, la cuál era bastante pequeña, como las demás de aquel pueblo. Había una puerta, mediante la cual se podía llegar a la sala de entrenamiento. Se sentó en una de las sillas y Harnel en otra.
-Es por lo de Filiam ¿verdad? – mencionó Harnel.
Tania le miró pero no dijo nada.
-¿Qué ha pasado? – hablo Harnel de nuevo.
-No puedo más. – dijo Tania, con tono incómodo – Tarde o temprano me encontrarán. No puedo seguir viviendo así...
Después de unos instantes, Harnel mencionó:
-¿Alguien más, aparte de mi, sabe la verdad?
-Nadie me cree. Nunca fui bien recibida entre los demás y ahora eso me afecta más que nunca.
Ninguno de los dos habló en los siguientes momentos hasta que Tania irrumpió el silencio:
-Tenemos que contar la verdad a Klim…
-¡Ni hablar! – gritó Harnel, interrumpiendo a Tania – no sabes de lo que sería capaz si supiera eso. Estaba más enamorado de ella de lo que tú crees.
-Le contaré la verdad, me creerá…
-No. Yo le conozco muy bien. Y aunque te creyera, no sabes lo que podría hacer por ella al saber lo que pasó.
Tania no dijo nada y bajó la mirada.
-Además, ¿qué puedo hacer yo? – mencionó Harnel.
Esta vez, Tania miró a Harnel y dijo:
-Tienes que ayudarme descubrir quien lo hizo.
A la mañana siguiente en casa de Klim…
-Mamá, me voy a la plaza – dijo Klim mientras se ponía los zapatos – he quedado con Linard ahí.
-Vale, pero no llegues tarde – le respondió su madre desde el salón.
-No te precupes – mencionó Klim.
Después, salió de la casa. Hacía mucho calor en la calle por lo que casi no habían charcos de la lluvia de la noche anterior. Klim se dirigió a la plaza Sefalot. Se llamaba así en honor a Alkim Sefalot, el guerrero más grande de Telmin, que llegó a participar en la mayor guerra de la historia, la cual se produjo entre Leria y El Reino de Teopetria. Este reino llegó a conquistar una gran parte de todo el mundo. Aquella guerra duró varios años, hasta que Teopetria quedó destruida completamente, ya que el ejército de Leria era mucho más grande y más fuerte. Después de esto, no se produjo ninguna guerra más.
Klim, al llegar a la plaza, que estaba bastante cerca de su casa, vio a Linard y se acercó a él.
-¿Adónde vamos esta vez? – le pregunto Klim.
-Podríamos ir a casa de Harnel. Estos días tenemos que entrenar mucho, ya que pronto tendremos dieciocho años y podremos entrar en el ejército de Leria.
-Sí, tienes razón – le respondió Klim, sonriente- por fin se cumplirá nuestro sueño. Pero no creo que sea tan fácil.
-Lo sé – mencionó Linard, sonriendo – pero hay que tener esperanza.
-Eso es lo que me dijo mi padre cuando le conté que quería pertenecer al imperio. Y claro que sí, lo conseguiremos.
Linard asintió, decidido. Cuando estaban a punto de irse, alguien se acercó a ellos.
-Hola chicos – mencionó aquel ser.
Klim y Linard se giraron y vieron a un hombre de unos veinticinco años.
-Hola Jelmer – dijo Klim, sorprendido. ¿Qué haces por aquí?
-Estaba viendo unos objetos en una tienda de aquí. ¿Y vosotros qué? ¿Vais a entrenar con mi padre?
-Sí – le respondió Linard. Ahora tenemos que entrenar más que antes. Pronto podremos entrar en el Ejército de Leria.
-Por fin – mencionó Jelmer, contento – Recuerdo cuando veníais hace varios años a entrenar. Erais unos pequeñajos.
Los tres rieron. Jelmer iba a decir otra cosa pero se detuvo. Estaba muy nervioso.
-¿Te pasa algo? – mencionó Klim al ver que Jelmer estaba un poco raro.
Jelmer no respondía en los siguientes instantes. Después reaccionó y les respondió con tono inquieto:
-Nada, nada… Me tengo que ir a ver si encuentro lo que me pidió mi padre.
-Vale, hasta luego – mencionó Klim. Él y Linard no entendían qué había pasado. Jelmer se alejó rápidamente. Después, Klim y Linard se dirigieron a casa de Harnel. Por el camino, Klim pensaba en Livia. Recordaba aquellos momentos en los que estaban juntos. Estaba seguro de que algún día se encontrarían de nuevo y él descubriría por qué tuvieron que ser separados.
Capítulo 3
El cielo estaba muy nublado cuando faltaba bastante camino para que Klim y Linard llegasen a casa de Harnel. Hacía más frío que hace unos instantes y la intensidad del viento aumentó notablemente. Cada vez habian menos vendedores ambulantes en las calles. Cuando el sol fue completamente tapado por las nubes, comenzaron a caer unas gotas de agua.
-Tenemos que ir más rápido – dijo Klim mientras ponía el brazo a poca distancia de la cara para que las gotas de agua no le entrasen en los ojos, ya que iban en contra del viento. – La lluvía podría ser igual de intensa que la noche anterior.
Linard asintió y los dos comenzaron a andar a más velocidad. Cuando llegaron a casa de Harnel, Linard golpeó varias veces la puerta. Harnel abrió la puerta y al verles, mencionó, sorprendido:
-Hola chicos. ¿Venís a entrenar?
-Sí – le respondió Klim.
-Pasad, rápido – elevó el tono de voz Harnel. - ¿Cómo podéis venir con esta tormenta en la calle?
Los dos chicos pasaron rápidamente.
-Es que – dijo Linard mientras él y Klim se recuperaban después de recorrer una gran distancia – la tormenta empezó cuando estábamos a mitad del camino.
-¿Mi prima Tania no está aquí? – preguntó Klim.
-No – respondió Harnel – Está en la casa en la que se alojará estos días. Bueno, ¿vamos?
-Sí – respondió Linard.
Los tres caminaron hasta la puerta que conducía a la sala de entrenamiento. Harnel abrió la puerta y dejó pasar primero a los chicos. Después entró él.
-Bueno, falta poco para que podáis en el Ejército de Leria. Así que ahora tenéis que entrenar mucho – mencionó Harnel, mientras cogía dos espadas y dos escudos de madera que estaban apoyados en el suelo cerca de una de las paredes. – Toma Klim.
Harnel lanzó una espada y después un escudo en dirección a Klim y éste los agarró sin problemas.
-Hoy lucharéis contra mi, primero uno y después otro – mencionó Harnel mientras se colocaba en posición de batalla. - Ya es hora de que demostréis vuestras habilidades. ¡Vamos!
Mientras tanto, en una de las calles de Telmin…
La lluvia y el viento llegaron a ser de mayor intensidad que la noche anterior. Las calles no estaban inundadas pero habian charcos gigantes. Tania caminaba pensativa, y se podía oír como pisaba los charcos cada cierto tiempo. De pronto, oyó correr a alguien detrás suya. Se giró tranquilamente y vio a Jelmer acercándose.
-Hola Jelmer.
-Hola… Me gustaría hablar contigo sobre algo…
-Jelmer – dijo Tania mientras le miraba a los ojos. – No voy a volver contigo. Creo que te lo dejé muy claro la última vez que nos vimos.
-No es sobre eso – le interrumpió Jelmer. – Mi padre me ha contado todo sobre lo de Filiam.
Tania se paró y le miró sorprendida. Jelmer también dejó de caminar.
-Y también sé que no lo hiciste tú.
Tania bajó la mirada y siguió caminando. Jelmer la acompañó.
-¿O sí que lo hiciste tú? – preguntó aterrorizado.
-Claro que no fui yo – le respondió Tania y siguió andando. -¿Cómo voy a hacer algo así? Parece que no me conoces. Ahora lo único que quiero es encontrar al que lo hizo antes de ir a la cárcel.
-¿Todos creen que has sido tú?
-Sí. He contado la verdad al Imperio y nadie me ha creído. He tenido que esconderme aquí y ahora no sé qué hacer.
Unas lágrimas empezaron a caer de los ojos de Tania y se mezclaban con la intensa lluvia. Jelmer se acercó a Tania, la abrazó y mencionó:
-Vamos, tranquila. Ya encontraremos alguna forma de solucionar esto…
-¡Déjame! – gritó Tania, llorando y liberándose de los brazos de Jelmer – Ahora te importo ¿no? Pues no te importaba tanto cuando acabaste con nuestra relación. ¿Por qué haces esto?
-Tania… - dijo Jelmer intentando tranquilizarla.
-No, da igual, no me contestes – proseguía Tania – Seguramente será otra de tus escusas tontas. Y te digo otra cosa: ¡no quiero que volvamos a hablar nunca más! Que te quede claro.
Tania se giró y se fue a un ritmo rápido de aquel lugar. Jelmer estaba abatido y se quedó parado durante varios segundos y después, cabizbajo, se fue en dirección hacia su casa.
Después de unas horas en casa de Harnel…
-Bueno – mencionó Klim mientras él y Linard estaban a punto de salir de la casa. – Mañana nos vemos.
-Sí – mencionó Harnel, contento. - Espero que mañana no llueva y podáis venir tranquilos.
-Adiós – dijo Linard.
-Adiós chicos – respondió Harnel.
Cuando abrieron la puerta vieron a Jelmer acercándose, deprimido. Ya no estaba lloviendo y algunos rayos de sol comenzaron a iluminar la tierra de nuevo. Jelmer, al ver a los chicos, murmuró:
-Hola.
Klim y Linard estaban a punto de responderle pero Harnel gritó:
-¡¿Dónde estabas?! ¿No estarías andando por la ciudad con la tormenta que había?
Jelmer no le contestó.
-¿Has visto a Tania? – preguntó Klim después de unos momentos.
-No – respondió Jelmer mirando a los chicos. Estaba algo nervioso.
-Vale. Nosotros nos vamos – dijo Linard – Adiós.
-Adiós – contestó Jelmer.
Después de que los chicos andaran sin dirigirse la palabra en ningún momento, Klim mencionó:
-¿Qué crees que le pasa a Jelmer? ¿Está un poco raro?
-No sé. Podría ser que ha tenido problemas con su padre.
-Puede ser. Me pareció rara su actitud al final de nuestra conversación…
-Sí, tienes razón.
Mientras los chicos andaban, las nubes comenzaron a alejarse y los charcos se secaron un poco. Las calles volvieron a estar llenas y los vendedores ambulantes volvieron a su trabajo. Se podía ver un precioso arco iris en el cielo.
Tania se dirigía hacia una casa que estaba cerca de la plaza Sefalot. Al llegar ahí, vio que era una casa normal, igual a las demás de la ciudad. Golpeó la puerta unas cuantas veces y una mujer la abrió. Era una mujer de una edad parecida a la de Tania.
-¿Tania? – mencionó aquella mujer, soprendida.
-¡Elma! – dijo Tania, contenta.
Las dos se abrazaron. Elma era la mejor amiga de Tania.
-¡Cúanto tiempo! – dijo Tania. - ¿Qué tal todo?
-Ahora mismo muy bien.
-¿Sigues casada con Nerald? – preguntó Tania de nuevo.
-Sí. Ahora mismo no está aquí, está trabajando. ¿Y tú qué tal? Por fin vienes a visitarme.
Tania cambió la expresión de su cara. Estaba un poco triste. Después de unos instantes, mencionó:
Verás… Tengo que contarte algo.
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