OP
Bueeeno aquí dejo otro relato, este es creo el más complicado que he hecho, pero no por eso el mejor (de hecho creo que no me quedó muy bien), bueno aquí va, espero les guste:
Los ancianos árboles del bosque estiraban ramas que se entrelazaban entre sí, creando un frondoso dosel sobre mi cabeza, el viento rozaba sus hojas con fiereza y soplaba contra mi rostro tan fuerte que apenas podía ver el oscuro y verde paisaje que se encontraba enfrente de mí, la luz de la luna iluminaba mi camino en la oscura noche, mi cuerpo estaba agitado, mis pisadas eran fuertes y rápidas, me encontraba corriendo como nunca antes había corrido, saltando los accidentados relieves, esquivando troncos y cada vez que la espesa maleza bloqueaba mi camino, yo agitaba mi poderosa hacha de acero inoxidable contra ellas, destruyéndolas por completo, todo sea para seguir mi camino, mi huida... todo sea para escapar de esa "bestia".
Mi corazón se retorcía de miedo y horror, mientras mi mente divagaba las horribles escenas de dolor y muerte que ella siempre traía con su llegada a las personas en las noches de cada mes, no me importó haberlo dejado todo atrás, ni el haber abandonado a los demás en mi huída, lo único que me importaba era seguir corriendo, huyendo... seguir con vida.
Sentía que se acercaba cada vez más y más, casi podía escuchar su agitada respiración a unos metros de mí, y al parecer mientras más corría, más se acercaba a mí haciéndome capaz de oler la sangre que le había arrebatado a tanta gente hace sólo unas horas. Era obvio que no podía escapar, pues sus "piernas" eran mucho más veloces que las mías y su instinto le indicaría donde estaba, no había a donde correr, ni adonde pedir ayuda, pero no pensaba detenerme, tenía que escapar de algún modo.
No faltaba mucho para que me alcanzase, no podía dejar que eso pasara, no estaba preparado para morir, aunque por otro lado... mi familia y amigos, todos ellos ya estaban muertos, habían sido víctimas de aquella bestia de ojos amarillos como la luna y gran velocidad, todos, la gente que más amaba estaba muerta, cada uno de ellos había sido desgarrado al comenzar la pesadilla, cuando se ocultó el sol.
Recuerdo que todo comenzó hace solo unas horas, me encontraba cortando leña en las afueras del pueblo cuando a lo lejos visualicé la figura de una bestia erguida con grandes colmillos y garras, sus agudos ojos amarillos reflejaban una locura que nunca había visto antes, casi una obsesión... una obsesión por carne. El miedo invadió mi cuerpo con rapidez, simplemente no pude moverme, me mantuve quieto y en silencio detrás de uno de los árboles que abundaban por el lugar y mientras la bestia entraba al pueblo, destruyendo todo a su paso, y desgarrando a todos lo que se cruzaran en su camino, yo me escondía; La primera víctima que vi perecer fue mi hija, una inocente criatura que se encontraba jugando fuera de casa a una hora inadecuada, la segunda fue mi esposa, quién al escuchar el grito de horror de mi hija salió de la seguridad del hogar para defenderla, jamás olvidaré la luz de sus ojos extinguiéndose mientras caían al suelo. Y luego simplemente pareció que el pueblo entero iba pereciendo uno a uno ante la poderosa bestia.
No pude hacer nada, de hecho ni siquiera me moví del lugar donde estaba, el miedo me dominó fácilmente, vi a mi hija ser asesinada... y no me moví, vi a mi esposa ser desgarrada... y no me moví, de pronto como si fuera un acto-reflejo me encontré corriendo, abandonándolo todo... y a todos. Jamás me perdonaré, no podía dejar de pensar en eso, ¿qué clase de hombre era?, y aún si sobreviviera ¿cómo podría vivir con lo que e hecho?
¡No podría! ¡No lo permitiré!, no dejaré que la bestia siga destruyendo otras vidas, como lo hizo con la mía, la detendré, la detendré ahora.
De pronto fue como si todo el miedo hubiera desaparecido de un momento a otro, me sentía fuerte y poderoso, y de alguna forma y lo más importante, me sentía liberado. Me detuve en seco para tomar un último respiro, una última aspiración de aire fresco, junto con un corto momento de tranquilidad y me di media vuelta, a esperar que mi horrible destino llegara.
Y cuando por fin me encontré con la bestia cara a cara, no tuve miedo, el mounstro lobo, erguido en dos patas como un humano, respirando agitadamente, reflejando la luz de la luna en su fino pelaje plateado, se encontraba mirándome fijamente con sus grandes ojos amarillos, reflejando la misma locura de hace unas horas y una obsesión por carne que al parecer no había saciado. Fortalecí el músculo del brazo derecho, apretando con fuerza mi mano contra el hacha, nos encontrábamos yo y la bestia.
Nunca me había sentido más calmado, ya que este era el momento de redimir mi error, y mientras la mounstrosa criatura se abalanzaba sobre mí, yo alzaba mi poderosa hacha contra él, esperando de algún modo liberarme por fin...
La bestia del bosque
Los ancianos árboles del bosque estiraban ramas que se entrelazaban entre sí, creando un frondoso dosel sobre mi cabeza, el viento rozaba sus hojas con fiereza y soplaba contra mi rostro tan fuerte que apenas podía ver el oscuro y verde paisaje que se encontraba enfrente de mí, la luz de la luna iluminaba mi camino en la oscura noche, mi cuerpo estaba agitado, mis pisadas eran fuertes y rápidas, me encontraba corriendo como nunca antes había corrido, saltando los accidentados relieves, esquivando troncos y cada vez que la espesa maleza bloqueaba mi camino, yo agitaba mi poderosa hacha de acero inoxidable contra ellas, destruyéndolas por completo, todo sea para seguir mi camino, mi huida... todo sea para escapar de esa "bestia".
Mi corazón se retorcía de miedo y horror, mientras mi mente divagaba las horribles escenas de dolor y muerte que ella siempre traía con su llegada a las personas en las noches de cada mes, no me importó haberlo dejado todo atrás, ni el haber abandonado a los demás en mi huída, lo único que me importaba era seguir corriendo, huyendo... seguir con vida.
Sentía que se acercaba cada vez más y más, casi podía escuchar su agitada respiración a unos metros de mí, y al parecer mientras más corría, más se acercaba a mí haciéndome capaz de oler la sangre que le había arrebatado a tanta gente hace sólo unas horas. Era obvio que no podía escapar, pues sus "piernas" eran mucho más veloces que las mías y su instinto le indicaría donde estaba, no había a donde correr, ni adonde pedir ayuda, pero no pensaba detenerme, tenía que escapar de algún modo.
No faltaba mucho para que me alcanzase, no podía dejar que eso pasara, no estaba preparado para morir, aunque por otro lado... mi familia y amigos, todos ellos ya estaban muertos, habían sido víctimas de aquella bestia de ojos amarillos como la luna y gran velocidad, todos, la gente que más amaba estaba muerta, cada uno de ellos había sido desgarrado al comenzar la pesadilla, cuando se ocultó el sol.
Recuerdo que todo comenzó hace solo unas horas, me encontraba cortando leña en las afueras del pueblo cuando a lo lejos visualicé la figura de una bestia erguida con grandes colmillos y garras, sus agudos ojos amarillos reflejaban una locura que nunca había visto antes, casi una obsesión... una obsesión por carne. El miedo invadió mi cuerpo con rapidez, simplemente no pude moverme, me mantuve quieto y en silencio detrás de uno de los árboles que abundaban por el lugar y mientras la bestia entraba al pueblo, destruyendo todo a su paso, y desgarrando a todos lo que se cruzaran en su camino, yo me escondía; La primera víctima que vi perecer fue mi hija, una inocente criatura que se encontraba jugando fuera de casa a una hora inadecuada, la segunda fue mi esposa, quién al escuchar el grito de horror de mi hija salió de la seguridad del hogar para defenderla, jamás olvidaré la luz de sus ojos extinguiéndose mientras caían al suelo. Y luego simplemente pareció que el pueblo entero iba pereciendo uno a uno ante la poderosa bestia.
No pude hacer nada, de hecho ni siquiera me moví del lugar donde estaba, el miedo me dominó fácilmente, vi a mi hija ser asesinada... y no me moví, vi a mi esposa ser desgarrada... y no me moví, de pronto como si fuera un acto-reflejo me encontré corriendo, abandonándolo todo... y a todos. Jamás me perdonaré, no podía dejar de pensar en eso, ¿qué clase de hombre era?, y aún si sobreviviera ¿cómo podría vivir con lo que e hecho?
¡No podría! ¡No lo permitiré!, no dejaré que la bestia siga destruyendo otras vidas, como lo hizo con la mía, la detendré, la detendré ahora.
De pronto fue como si todo el miedo hubiera desaparecido de un momento a otro, me sentía fuerte y poderoso, y de alguna forma y lo más importante, me sentía liberado. Me detuve en seco para tomar un último respiro, una última aspiración de aire fresco, junto con un corto momento de tranquilidad y me di media vuelta, a esperar que mi horrible destino llegara.
Y cuando por fin me encontré con la bestia cara a cara, no tuve miedo, el mounstro lobo, erguido en dos patas como un humano, respirando agitadamente, reflejando la luz de la luna en su fino pelaje plateado, se encontraba mirándome fijamente con sus grandes ojos amarillos, reflejando la misma locura de hace unas horas y una obsesión por carne que al parecer no había saciado. Fortalecí el músculo del brazo derecho, apretando con fuerza mi mano contra el hacha, nos encontrábamos yo y la bestia.
Nunca me había sentido más calmado, ya que este era el momento de redimir mi error, y mientras la mounstrosa criatura se abalanzaba sobre mí, yo alzaba mi poderosa hacha contra él, esperando de algún modo liberarme por fin...
Última edición: