OP
Bueno, he aquí mi primer trabajo publicado... no es el primero que hago, ya que empecé una historia, pero quede en el primer capitulo, aunque no me falten ideas... no sé, no quiero comprometerme a continuarla porque ya volveré a la escuela y no tendré mucho tiempo (esto solo es una excusa, es flojera xD)
En fin, aquí está el relato... quizá lo consideren algo largo, pero es que no quería saltar ningún detalle, y ps lo escribí hoy, y los personajes están basados en personas reales... mi odio hacia los domingos es cierto, y esto lo escribí para entretenerme en un domingo xD
Bueno, sin más:
Desperté, en un momento luego del mediodía, sudando frío debido a mi pesadilla. No fue una pesadilla con mucho sentido, ni siquiera la recordaba bien, solo recordé que el protagonista de ella sufría una profunda depresión pero no sabía el motivo de ésta. Entonces revise mi celular y vi la fecha y hora: 13:00 domingo, 30 de agosto. Domingo, ahora lo entendía, este día siempre me ha molestado, no sé por qué, no sé desde cuándo pero pareciera que siempre hubiera sido así. La pesadilla era como una ante-sala a la depresión que se avecinaba, no tenía ningún motivo para estar triste; tenía novia, buenos amigos, mi familia era relativamente feliz, no me faltaba nada pero aún así sabía que la depresión llegaría… era parte de mis domingos. Pensaba que era porque se acababa el fin de semana, lo que significaba volver a la escuela en donde fingiría interés por las clases y destacaría para ganar el afecto de mis padres y la envidia de mis compañeros, pero me equivocaba. Las vacaciones habían llegado y la depresión seguía formando parte de mis domingos.
Después de darle vueltas un rato me levante rápido para huir de mis pensamientos y evitar que llegara la depresión tan “temprano”. Fui al baño y me moje la cara, vaya… sí que tenía mal aspecto, pero no sabía por qué, las ojeras parecían ridículas debido al hecho de que había dormido alrededor de doce horas y el cabello estaba más despeinado y rebelde de lo normal, trate de peinarlo de modo que quedara “aceptable” pero me rendí, no estaba de humor para esas cosas. Cepille mis dientes y luego me dispuse a ir a “desayunar”.
-Mama, ¡tengo hambre!- le grite sin ganas, pero no obtuve respuesta- ¿ahora donde se habrá metido?.
Salí de mi cuarto, y enseguida estuve en la cocina. Encontré una nota en el refrigerador:
“Me canse de llamarte, me fui al juego de tu hermano. El desayuno, aunque me imagino que no te levantaras hasta después de la 1, aproximadamente (y yo que pensaba que no me conocía), está en el microondas, caliéntalo si ha pasado mucho tiempo, imagino que así es… volveremos en la noche”.
Perfecto. Nunca me ha molestado estar solo, de hecho, es algo de lo que disfruto, todos los días excepto los domingos, claro. Necesitaba a alguien con quien compartir la pena, alguien que me ayudara a combatir el aura deprimente de los domingos… pero por ahora iba a tener que buscar la forma de huir de mis pensamientos solo. Pensé en llamar a mi novia pero todos los domingos salía con su mamá y no quería interrumpirla, y menos por algo en lo que no tenía nada que ver. Suspire, no iba a evitar que llegara la depresión, peor aún, iba a llegar temprano e iba tener que cargar con ella todo el día.
Seguí las instrucciones de mi mama y desayune, aunque técnicamente fuera el almuerzo.
Debatí conmigo mismo las opciones de lo que podía hacer para entretenerme pero sabía que salir a la calle solo me acabaría deprimiendo más rápido, ya que mi urbanización parecía un pueblo fantasma los domingos. Descarte esa opción. Ver televisión… podría funcionar.
La encendí pasando los canales sin prestar verdadera atención, esperando a algún título que me llamara la atención pero ninguno lo logro. Vencido, apague la televisión. Me estaba quedando sin tiempo, ya estaba a punto de llegar. Vi la hora desesperado: 3:30 pm, y me había levantado a la 1 pm por lo que me iba a dormir tarde, joder, más tiempo aguantando la depresión.
En la desesperación encendí mi laptop, abrí el msn y puse música a todo volumen en un intento de ignorar los pensamientos que luchaban por hacer presencia. Sabía que el msn no iba a ayudar, a pesar de tener un número considerable de conectados no conocía ni a la mitad, la mayoría era de esos que me agregaron para presumir de su número de conectados y yo los acepte por no tener una excusa razonable para hacer lo contrario. Entonces se abrió una ventana y pensé en la dueña como una especie de diosa. Era mi vecina y luego de una conversación banal me pidió que fuera a su casa, necesitaba un favor, y yo iba a tener a esa persona que necesitaba para luchar contra el domingo.
Ésta vez sí luche contra mi cabello y me cambié, dándome apariencia humana para ir a ver a mi vecina sin asustarla. Fui a su casa y toque su puerta, salió su papa, que siempre me había intimidado y le pedí que la llamara, asintió de mala gana y fue en su búsqueda. Cinco minutos más tarde volvió ella, quince cm. más baja que yo, de cabello negro, ojos café y un cuerpo que daba la impresión de ser frágil, sin dejar de ser bonito. Siempre me había gustado, solo que no fue hasta el año pasado que fue trasladada a mi secundaria que empecé a hablarle. Antes la admiraba, era ese tipo de “amor imposible”, pero ahora que la conocí paso a ser ese amor que sientes por una buena amiga.
-Hola niña, ¿Cómo estás?- Le pregunte sonriéndole, no era exactamente una niña, de hecho era mayor que yo, pero no en apariencia y me aprovechaba para molestarla.
-Hola niño, bien ¿y tú?, vaya, te dejaron salir, que sorpresa- claro, mi edad era su defensa.
-De hecho, estoy solo en mi casa, cuando no tienes el cuerpo de un niño de 10 años, tienes cierta libertad… supongo que no sabes de eso- bromeé y no pudo evitar reírse y yo también lo hice, pero luego me propinó un puñetazo que no me dolió pero pare de reírme para no hacerla sentir mal por no poder hacerme daño- Bueno, ¿qué favor necesitabas?
-Eh, bueno…-note que estaba algo avergonzada porque desvió la mirada hacia otro lado- ninguno, es solo que estaba aburrida y pensé que me podrías entretener un rato.
-O sea, me llamaste pare hacer de tu bufón.
-Exactamente, eres listo para tu edad, tengo que admitirlo.
-Y tú perversa para tu tamaño- ambos nos reímos, había olvidado lo fácil y entretenido que resultaba hablar con ella.
Hablamos durante horas, no me di cuenta de cuan tarde era hasta que mi mamá llego con mi hermano y vi la hora: 9:00 pm.
-Vaya, el tiempo vuela cuando te diviertes…
-Sí- coincidió.
-… y más si lo pasas con una chica que habla hasta por los codos- bromeé y gane otro puñetazo, pero igual rió- Niña, gracias por salvarme.
-De nada pero… ¿salvarte?
-Sí, de la depresión de los domingos… si hubiera seguido en mi casa hubiera terminado jugando al emo- rió y yo la acompañe.
-Tú también ¿eh?
-¿También?
-Sí, sufro de lo mismo, odio los domingos- la mire aliviado, alguien me entendía.
-Empiezo a pensar que no somos los únicos, si estudiáramos los suicidios de seguro el día con mayores acontecimientos sería el domingo- comente pensativo y ella río, no le había visto la gracia hasta que reaccionó así- Bueno niña, nos vemos luego, creo que será mejor que me vaya antes de que mi mama se ponga intensa.
-Vale- se acerco para abrazarme y besarme en la mejilla y yo la correspondí- nos vemos niño, vete a dormir, de seguro ya pasó tu hora- la fulmine con la mirada y se rió.
Cuando llegue a mi casa me esperaba mi mama, me saludó y me dijo que me había traído comida. Comí, me bañe y me fui a mi cuarto y prendí la tv, para mi alivio estaban dando una película que se veía interesante y duraba tres horas y media. Lo lograría, vencería al domingo, no me alcanzaría la depresión. Estaba totalmente eufórico y me concentre en la película para terminar de vencer. Luego daban una serie a la que no preste atención, no lo necesitaba para evitar los pensamientos depresivos, estaba concentrado en como logre vencer al domingo y recordando los mejores detalles de mi conversación con mi vecina conseguí quedarme dormido.
Me levante sudando frio, parece que había tenido otra pesadilla pero ésta vez no pude recordar nada. Revise mi celular como era de costumbre y no pude evitar sorprenderme al ver la fecha y hora: 13:00 domingo, 30 de agosto. Me asuste. “Ésta cosa se descompuso” pensé para calmarme y trate de convencerme mientras iba a mi baño y echar agua en mi cara para despabilarme y entonces sufrí una horrorosa sensación de deja-vú, tenía la misma apariencia que el día anterior y el cabello igual de rebelde. Salí apresurado a la cocina y mire espantado como estaba la nota pegada al refrigerador, ni siquiera me atreví a leerla, no quería comprobar que era la misma.
Comí, y empecé a reflexionar.
-¡Espera!- me grite a mí mismo- ya vencí al domingo, aunque fuera en un sueño, y lo haré de nuevo.
Y me dispuse a repetir cada paso que hice en el sueño, lo lograría fácilmente. Trate de prender la televisión pero no respondía- No importa, iré directo a la laptop entonces- Fui a buscarla y trate de prenderla. Estaba descargada. Busque el cargador y empecé a aterrarme al no poder encontrarlo, me estaba quedando sin salidas. Luego de algunos minutos me rendí, y decidí llamar a mi vecina y avisarle que la visitaría, seguro se sorprendería de que adelantara lo que planeaba hacer. Mi celular no tenía saldo. Joder, estaba empezando a estar paranoico. Mi última opción, mi única esperanza: ir directamente hasta su casa. La puerta estaba cerrada con llave y no encontré la llave por más que busque.
¿¡Qué diablos pasa aquí!?-grite aunque tenía la sensación de que nadie me escucharía.
Fui a mi cuarto y me acosté a esperar la depresión, ya no tenía armas contra el domingo, había usado mi sueño para quitarme toda posibilidad de ganarle, sentí ira, no estaba jugando limpio. Pero no podía hacer nada, él era una fuerza mayor y yo un simple humano al que ganaría fácilmente, luego me acordé de mi vecina y sentí pena por ella y aún más odio contra él. La impotencia de no poder hacer nada solo hizo que la depresión llegara antes. Empecé a oír voces en la cabeza, mis pensamientos empezaban a atormentarme.
“Crecerás, serás mayor sin darte cuenta y morirás solo, te arrepentirás de no haber aprovechado tu vida”, “Tus padres quieren más a tu hermano y será así siempre”, “Tu novia te engaña, pronto te dejará” “Tus amigos solo te hablan por interés” … y otros pensamientos dolorosos que me destrozaban poco a poco la cordura y la resistencia. Eran mis mayores temores, mis inseguridades, el domingo estaba usando mi cerebro para hacer aún más dolorosa la depresión. No pude contenerme más, de repente empecé a llorar sin poder evitarlo y a considerar ideas que antes había considerado locas, e incluso desagradables, tales como: el suicidio, quemar mi casa para que así me sacaran de ahí y otras locuras que nadie cuerdo se atrevería si quiera a pensar. Tenía las manos apretadas contra mi cabeza y los ojos apretados y cerrados derramando lágrimas a montones.
Entonces sonó mi celular, era el tono de la alarma y empecé a abrir mis ojos poco a poco. Sí estaba llorando, y además, empapado en sudor. Desesperadamente tome mi celular para apagar la alarma y vi la fecha y la hora: 10:30 Lunes, 31 de agosto. Estaba desorientado, minutos antes estaba siendo atormentado por mi propio cerebro y ahora estaba despierto, en mi cama, era lunes y el televisor seguía prendido. Recordé que antes de dormirme había puesto la alarma a esa hora, no quería desperdiciar el lunes. Empecé a entenderlo, sí, sobreviví al domingo, pero aprovecho mi descuido. Al dormirme no tenía control sobre mis pensamientos, uso mi inconsciente para hacerme deprimir, aunque fuera un sueño, uso mi perfecto día en que lo vencí y lo deformó de forma que pudiera atormentarme, lo había logrado, no me dejó salirme con la mía. Empecé a maldecir por lo bajo. Fui interrumpido por el golpe de la puerta de mi cuarto abriéndose.
-¿Qué pasa?- preguntó mi mama, un poco exaltada-
-¿Qué pasa de qué?
-¿Por qué gritabas?
-¿Gritaba…?- debí haberlo hecho mientras sufría dormido- ah, eso… tuve una pesadilla.
-Estas un poco mayor para tener pesadillas, ¿no crees?- le encantaba molestarme.
-Sí, bueno… tú estás mayor para muchas cosas y yo no te lo ando recordando, ¿o sí?- siempre sabía cómo responderle, ofendiéndola en broma, tenía ese tipo de confianza con mi mamá- así que no te metas.
-No seas grosero- note como se le curvaban la comisura de los labios, quería reírse.
-Vale, discúlpame.
Ahora respiré aliviado, era lunes, tenía seis días de descanso, seis días en los que poder vivir mi relativamente feliz vida sin tormentos. Iba a un gimnasio con amigos, hablaba con mi novia, mañana cumplía años mi mamá. Tenía muchas cosas en la que entretenerme para alejar la depresión. Aunque sabía que eso cambiaría el domingo, no me preocuparía hasta que llegara… no le iba a dar el gusto de vencer antes de tiempo.
Lista de obligadas:
Jess :3
MIchelle =3
Chiquix x3
Mello <3
Y todas postearon *o* xD
Xia ~
En fin, aquí está el relato... quizá lo consideren algo largo, pero es que no quería saltar ningún detalle, y ps lo escribí hoy, y los personajes están basados en personas reales... mi odio hacia los domingos es cierto, y esto lo escribí para entretenerme en un domingo xD
Bueno, sin más:
Desperté, en un momento luego del mediodía, sudando frío debido a mi pesadilla. No fue una pesadilla con mucho sentido, ni siquiera la recordaba bien, solo recordé que el protagonista de ella sufría una profunda depresión pero no sabía el motivo de ésta. Entonces revise mi celular y vi la fecha y hora: 13:00 domingo, 30 de agosto. Domingo, ahora lo entendía, este día siempre me ha molestado, no sé por qué, no sé desde cuándo pero pareciera que siempre hubiera sido así. La pesadilla era como una ante-sala a la depresión que se avecinaba, no tenía ningún motivo para estar triste; tenía novia, buenos amigos, mi familia era relativamente feliz, no me faltaba nada pero aún así sabía que la depresión llegaría… era parte de mis domingos. Pensaba que era porque se acababa el fin de semana, lo que significaba volver a la escuela en donde fingiría interés por las clases y destacaría para ganar el afecto de mis padres y la envidia de mis compañeros, pero me equivocaba. Las vacaciones habían llegado y la depresión seguía formando parte de mis domingos.
Después de darle vueltas un rato me levante rápido para huir de mis pensamientos y evitar que llegara la depresión tan “temprano”. Fui al baño y me moje la cara, vaya… sí que tenía mal aspecto, pero no sabía por qué, las ojeras parecían ridículas debido al hecho de que había dormido alrededor de doce horas y el cabello estaba más despeinado y rebelde de lo normal, trate de peinarlo de modo que quedara “aceptable” pero me rendí, no estaba de humor para esas cosas. Cepille mis dientes y luego me dispuse a ir a “desayunar”.
-Mama, ¡tengo hambre!- le grite sin ganas, pero no obtuve respuesta- ¿ahora donde se habrá metido?.
Salí de mi cuarto, y enseguida estuve en la cocina. Encontré una nota en el refrigerador:
“Me canse de llamarte, me fui al juego de tu hermano. El desayuno, aunque me imagino que no te levantaras hasta después de la 1, aproximadamente (y yo que pensaba que no me conocía), está en el microondas, caliéntalo si ha pasado mucho tiempo, imagino que así es… volveremos en la noche”.
Perfecto. Nunca me ha molestado estar solo, de hecho, es algo de lo que disfruto, todos los días excepto los domingos, claro. Necesitaba a alguien con quien compartir la pena, alguien que me ayudara a combatir el aura deprimente de los domingos… pero por ahora iba a tener que buscar la forma de huir de mis pensamientos solo. Pensé en llamar a mi novia pero todos los domingos salía con su mamá y no quería interrumpirla, y menos por algo en lo que no tenía nada que ver. Suspire, no iba a evitar que llegara la depresión, peor aún, iba a llegar temprano e iba tener que cargar con ella todo el día.
Seguí las instrucciones de mi mama y desayune, aunque técnicamente fuera el almuerzo.
Debatí conmigo mismo las opciones de lo que podía hacer para entretenerme pero sabía que salir a la calle solo me acabaría deprimiendo más rápido, ya que mi urbanización parecía un pueblo fantasma los domingos. Descarte esa opción. Ver televisión… podría funcionar.
La encendí pasando los canales sin prestar verdadera atención, esperando a algún título que me llamara la atención pero ninguno lo logro. Vencido, apague la televisión. Me estaba quedando sin tiempo, ya estaba a punto de llegar. Vi la hora desesperado: 3:30 pm, y me había levantado a la 1 pm por lo que me iba a dormir tarde, joder, más tiempo aguantando la depresión.
En la desesperación encendí mi laptop, abrí el msn y puse música a todo volumen en un intento de ignorar los pensamientos que luchaban por hacer presencia. Sabía que el msn no iba a ayudar, a pesar de tener un número considerable de conectados no conocía ni a la mitad, la mayoría era de esos que me agregaron para presumir de su número de conectados y yo los acepte por no tener una excusa razonable para hacer lo contrario. Entonces se abrió una ventana y pensé en la dueña como una especie de diosa. Era mi vecina y luego de una conversación banal me pidió que fuera a su casa, necesitaba un favor, y yo iba a tener a esa persona que necesitaba para luchar contra el domingo.
Ésta vez sí luche contra mi cabello y me cambié, dándome apariencia humana para ir a ver a mi vecina sin asustarla. Fui a su casa y toque su puerta, salió su papa, que siempre me había intimidado y le pedí que la llamara, asintió de mala gana y fue en su búsqueda. Cinco minutos más tarde volvió ella, quince cm. más baja que yo, de cabello negro, ojos café y un cuerpo que daba la impresión de ser frágil, sin dejar de ser bonito. Siempre me había gustado, solo que no fue hasta el año pasado que fue trasladada a mi secundaria que empecé a hablarle. Antes la admiraba, era ese tipo de “amor imposible”, pero ahora que la conocí paso a ser ese amor que sientes por una buena amiga.
-Hola niña, ¿Cómo estás?- Le pregunte sonriéndole, no era exactamente una niña, de hecho era mayor que yo, pero no en apariencia y me aprovechaba para molestarla.
-Hola niño, bien ¿y tú?, vaya, te dejaron salir, que sorpresa- claro, mi edad era su defensa.
-De hecho, estoy solo en mi casa, cuando no tienes el cuerpo de un niño de 10 años, tienes cierta libertad… supongo que no sabes de eso- bromeé y no pudo evitar reírse y yo también lo hice, pero luego me propinó un puñetazo que no me dolió pero pare de reírme para no hacerla sentir mal por no poder hacerme daño- Bueno, ¿qué favor necesitabas?
-Eh, bueno…-note que estaba algo avergonzada porque desvió la mirada hacia otro lado- ninguno, es solo que estaba aburrida y pensé que me podrías entretener un rato.
-O sea, me llamaste pare hacer de tu bufón.
-Exactamente, eres listo para tu edad, tengo que admitirlo.
-Y tú perversa para tu tamaño- ambos nos reímos, había olvidado lo fácil y entretenido que resultaba hablar con ella.
Hablamos durante horas, no me di cuenta de cuan tarde era hasta que mi mamá llego con mi hermano y vi la hora: 9:00 pm.
-Vaya, el tiempo vuela cuando te diviertes…
-Sí- coincidió.
-… y más si lo pasas con una chica que habla hasta por los codos- bromeé y gane otro puñetazo, pero igual rió- Niña, gracias por salvarme.
-De nada pero… ¿salvarte?
-Sí, de la depresión de los domingos… si hubiera seguido en mi casa hubiera terminado jugando al emo- rió y yo la acompañe.
-Tú también ¿eh?
-¿También?
-Sí, sufro de lo mismo, odio los domingos- la mire aliviado, alguien me entendía.
-Empiezo a pensar que no somos los únicos, si estudiáramos los suicidios de seguro el día con mayores acontecimientos sería el domingo- comente pensativo y ella río, no le había visto la gracia hasta que reaccionó así- Bueno niña, nos vemos luego, creo que será mejor que me vaya antes de que mi mama se ponga intensa.
-Vale- se acerco para abrazarme y besarme en la mejilla y yo la correspondí- nos vemos niño, vete a dormir, de seguro ya pasó tu hora- la fulmine con la mirada y se rió.
Cuando llegue a mi casa me esperaba mi mama, me saludó y me dijo que me había traído comida. Comí, me bañe y me fui a mi cuarto y prendí la tv, para mi alivio estaban dando una película que se veía interesante y duraba tres horas y media. Lo lograría, vencería al domingo, no me alcanzaría la depresión. Estaba totalmente eufórico y me concentre en la película para terminar de vencer. Luego daban una serie a la que no preste atención, no lo necesitaba para evitar los pensamientos depresivos, estaba concentrado en como logre vencer al domingo y recordando los mejores detalles de mi conversación con mi vecina conseguí quedarme dormido.
Me levante sudando frio, parece que había tenido otra pesadilla pero ésta vez no pude recordar nada. Revise mi celular como era de costumbre y no pude evitar sorprenderme al ver la fecha y hora: 13:00 domingo, 30 de agosto. Me asuste. “Ésta cosa se descompuso” pensé para calmarme y trate de convencerme mientras iba a mi baño y echar agua en mi cara para despabilarme y entonces sufrí una horrorosa sensación de deja-vú, tenía la misma apariencia que el día anterior y el cabello igual de rebelde. Salí apresurado a la cocina y mire espantado como estaba la nota pegada al refrigerador, ni siquiera me atreví a leerla, no quería comprobar que era la misma.
Comí, y empecé a reflexionar.
-¡Espera!- me grite a mí mismo- ya vencí al domingo, aunque fuera en un sueño, y lo haré de nuevo.
Y me dispuse a repetir cada paso que hice en el sueño, lo lograría fácilmente. Trate de prender la televisión pero no respondía- No importa, iré directo a la laptop entonces- Fui a buscarla y trate de prenderla. Estaba descargada. Busque el cargador y empecé a aterrarme al no poder encontrarlo, me estaba quedando sin salidas. Luego de algunos minutos me rendí, y decidí llamar a mi vecina y avisarle que la visitaría, seguro se sorprendería de que adelantara lo que planeaba hacer. Mi celular no tenía saldo. Joder, estaba empezando a estar paranoico. Mi última opción, mi única esperanza: ir directamente hasta su casa. La puerta estaba cerrada con llave y no encontré la llave por más que busque.
¿¡Qué diablos pasa aquí!?-grite aunque tenía la sensación de que nadie me escucharía.
Fui a mi cuarto y me acosté a esperar la depresión, ya no tenía armas contra el domingo, había usado mi sueño para quitarme toda posibilidad de ganarle, sentí ira, no estaba jugando limpio. Pero no podía hacer nada, él era una fuerza mayor y yo un simple humano al que ganaría fácilmente, luego me acordé de mi vecina y sentí pena por ella y aún más odio contra él. La impotencia de no poder hacer nada solo hizo que la depresión llegara antes. Empecé a oír voces en la cabeza, mis pensamientos empezaban a atormentarme.
“Crecerás, serás mayor sin darte cuenta y morirás solo, te arrepentirás de no haber aprovechado tu vida”, “Tus padres quieren más a tu hermano y será así siempre”, “Tu novia te engaña, pronto te dejará” “Tus amigos solo te hablan por interés” … y otros pensamientos dolorosos que me destrozaban poco a poco la cordura y la resistencia. Eran mis mayores temores, mis inseguridades, el domingo estaba usando mi cerebro para hacer aún más dolorosa la depresión. No pude contenerme más, de repente empecé a llorar sin poder evitarlo y a considerar ideas que antes había considerado locas, e incluso desagradables, tales como: el suicidio, quemar mi casa para que así me sacaran de ahí y otras locuras que nadie cuerdo se atrevería si quiera a pensar. Tenía las manos apretadas contra mi cabeza y los ojos apretados y cerrados derramando lágrimas a montones.
Entonces sonó mi celular, era el tono de la alarma y empecé a abrir mis ojos poco a poco. Sí estaba llorando, y además, empapado en sudor. Desesperadamente tome mi celular para apagar la alarma y vi la fecha y la hora: 10:30 Lunes, 31 de agosto. Estaba desorientado, minutos antes estaba siendo atormentado por mi propio cerebro y ahora estaba despierto, en mi cama, era lunes y el televisor seguía prendido. Recordé que antes de dormirme había puesto la alarma a esa hora, no quería desperdiciar el lunes. Empecé a entenderlo, sí, sobreviví al domingo, pero aprovecho mi descuido. Al dormirme no tenía control sobre mis pensamientos, uso mi inconsciente para hacerme deprimir, aunque fuera un sueño, uso mi perfecto día en que lo vencí y lo deformó de forma que pudiera atormentarme, lo había logrado, no me dejó salirme con la mía. Empecé a maldecir por lo bajo. Fui interrumpido por el golpe de la puerta de mi cuarto abriéndose.
-¿Qué pasa?- preguntó mi mama, un poco exaltada-
-¿Qué pasa de qué?
-¿Por qué gritabas?
-¿Gritaba…?- debí haberlo hecho mientras sufría dormido- ah, eso… tuve una pesadilla.
-Estas un poco mayor para tener pesadillas, ¿no crees?- le encantaba molestarme.
-Sí, bueno… tú estás mayor para muchas cosas y yo no te lo ando recordando, ¿o sí?- siempre sabía cómo responderle, ofendiéndola en broma, tenía ese tipo de confianza con mi mamá- así que no te metas.
-No seas grosero- note como se le curvaban la comisura de los labios, quería reírse.
-Vale, discúlpame.
Ahora respiré aliviado, era lunes, tenía seis días de descanso, seis días en los que poder vivir mi relativamente feliz vida sin tormentos. Iba a un gimnasio con amigos, hablaba con mi novia, mañana cumplía años mi mamá. Tenía muchas cosas en la que entretenerme para alejar la depresión. Aunque sabía que eso cambiaría el domingo, no me preocuparía hasta que llegara… no le iba a dar el gusto de vencer antes de tiempo.
Lista de obligadas:
Jess :3
MIchelle =3
Chiquix x3
Mello <3
Y todas postearon *o* xD
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