OP
Epílogo
Lagales se encuentra en una posición desesperada por rescatar a su hermana menor de las garras de una extraña y sombría organización que busca apoderarse de las mentes de las personas. El emprenderá un viaje en medio del dolor y la desesperación de ver a su hermana sonreír nuevamente, un viaje que le enseñará a respetar los derechos de los demás, pero que puede corromper su alma por la búsqueda de su objetivo, salvar a su hermana.
¿QUÉ ES UN AUDIO DRAMA? Es un relato que lees mientras escuchas musica de fondo elegida por el autor para darle mas sensación a la historia, en este caso, interpongo etiquetas de goear con musica para cada escena de Chronicle's Devoir. Espero sean de su agrado.
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Episodio del Secuestro Parte 1
Episodio del Secuestro Parte 1
Anata wa dare? [¿Quién eres tú?]
“Nuestros sueños y recuerdos son los hilos que componen nuestras relaciones con las demás entidades en el mundo… a falta de estos el mundo pierde su humanidad”
Año 2015 Ciudad Egao. Se reportan dos nuevos asesinatos con las mismas características del extraño caso de los “ojos negros”. El alcalde de la ciudad ha declarado estado de emergencia al tener ahora más de mil casos bajo el mismo modus operandi, la policía aun es incapaz de identificar al criminal, aunque los rumores dicen que se trata de más de un individuo y está siendo ligado a una nueva banda de delincuentes que han comenzado a infringir la ley en la ciudad…
― “Es lo mismo todos los días… ¡moh~!... mas de mil víctimas esto da miedo.” – dijo Lagales apagando la televisión, era temprano por la mañana y tomaba su desayuno en la cocina de su apartamento, en donde vivía con su hermana, Claid.
― “¡Y ver esas imágenes tan fuertes durante esta hora… que imprudencia!” – exclamó Claid, la hermosa hermana de Lagales. Ambos asistían a la universidad, ella un año detrás de su hermano.
― “Me asusta que ahora sea más seguido, y ahora sobreviven pocas personas que son atacadas de esa forma…”
― “Estaba pensando en que deberíamos mudarnos pronto, podríamos regresar a casa de nuestro padre ¿no te parece?” – interrogó Claid.
― “¡NI PENSARLO! No pienso regresar a donde ese viejo cascarrabias…” – exclamó Lagales, derramando algo de café sobre la mesa.
― “¿Sigues molesto con él desde lo que pasó hace dos años? Sabes bien que no fue culpa suya, ni nuestra… son cosas que pasan.” – explicó Claid, limpiando la mesa con un trapo y secando la mano de Lagales que no se percataba de lo caliente del café.
― “Es un cabezota… pero en fin, no pienso mudarme de este lugar, hemos encontrado un lugar perfecto para estudiar, tú tienes a tu novio y yo… ¡yo te tengo a ti y este magnífico apartamento!” – exclamó el, ahora derramando completamente el café sobre él.
― “¡LAGALES! Ahora tendrás que vestirte otra vez, apúrate que se hace tarde…” – le reclamó su hermana.
― “¡Tan mandona como siempre!” – Sonríe - “Sin duda eres el retrato en vida de mamá” – dijo el colocando su mano en la cabeza de Claid. Ella se sonroja y se dispone a limpiar el desastre que su hermano dejó.
― “¡Anda, anda! A cambiarte que se te hará tarde para tu entrevista… - dijo ella empujándolo hacia su habitación. – “… y tu eres el vivo retrato de papá…” – musitó ahora ella mientras cerraba la puerta de la habitación de Lagales.
― “Esa entrevista… debo esforzarme por obtener el empleo… ¡ánimo Lagales!” – pensó él, cambiándose de camisa. Al entrar al closet, nota algo que se mueve fuera de su ventana. – “¿Qué es eso?” – se preguntó a el mismo, caminando hacia la ventana.
Al correr la cortina el sol mañanero le deslumbra la vista, y al cabo de un rato recobra la normalidad, sin embargo, no logra ver más que los edificios de enfrente.
― “Fue simplemente mi imaginación…”
“Los relojes de arena ocultan muchos secretos… ¿Cómo se detiene el flujo del tiempo?”
― “Lagales Namare… ¿Lagales Namare? Es el siguiente… ¿Lagales? – llamaba la recepcionista de la oficina.
― “Amigo, te están llamando, es tu turno…” – dijo un hombre sentado a la par de Lagales, que le trataba de despertar de sus pensamientos empujándolo con el codo.
― “¡AH! Si, soy yo… Lagales Namare…” – dijo el levantándose del asiento.
― “Pase a la oficina del director, ya se encuentra esperándolo.” - explicó la recepcionista, dándole una ficha con información de la compañía. Mientras Lagales caminaba hacia la oficina para su entrevista, su teléfono celular comenzó a vibrar. – “¿Quién podrá ser? En un momento como este… bueno tendrá que esperar.” – entonces entró a la oficina.
Su teléfono no dejo de vibrar durante los veinte minutos de la entrevista, la cual fue aburrida y nada prometedora, aunque le garantizaron que le llamarían pronto para una segunda entrevista. Entonces Lagales se dispuso a contestar su teléfono, pero este dejó de recibir la llamada en cuanto lo abrió, aunque pudo leer de quien procedían tan insistentes llamadas.
― “¿Claid?” – Lagales se preocupó y salió hecho una bala hacia su apartamento, en el camino trataba de llamar a su hermana, pero la red no parecía estar a su favor y sus intento de llamada eran fallidos. – “¿qué quería Claid tan insistentemente?” - se preguntaba el mientras continuaba con el celular a su oreja.
Al llegar a su apartamento, el ambiente se notaba más sombrío y misterioso, los peores pensamientos se apoderaron de Lagales. Al entrar en él, la sala estaba completamente oscura, no lograba divisar los muebles ni ninguna otra cosa en ella.
― “¡CLAID! ¿¡ESTAS AQUÍ?!” – gritó él, completamente asustado y entrando en pánico. Entró a la habitación de su hermana, de donde había notado que una extraña luz emanaba por detrás de la puerta. Al entrar sus ojos no podían creer lo que miraban, una mujer vestida de negro, con una apariencia moribunda en su rostro y con unos artefactos en su mano izquierda. En su mano derecha tenia sujetada una cadena plateada, que conectaba a un enorme objeto al fondo de la habitación.
― “¡CLAID!” – exclamó Lagales.
― “¡QUIETO ALLI MUCHACHO! Tu hermana está durmiendo… profundamente…” – explicó la mujer abriendo sus ojos que eran de color rojo, ella parecía calmada y su voz era autoritaria.
― “¿Qué le has hecho a mi hermana menor?”
― “Nada de que me arrepienta… tu cambia tu forma de hablarme… y déjame explicarte nuestro pacto…” – dijo la mujer jugueteando con la cadena.
― “¡Quiero que la deje libre!” – exigió el tratando de arrebatar la cadena de las manos de aquella extraña y sombría mujer.
― “¡HE DICHO QUE TE CALMES!” – ordeno la mujer, haciendo que con la potencia de voz Lagales callera de rodillas al suelo y permaneciese así. – “…déjame explicarte nuestro pacto, he dicho… tu hermana ahora me pertenece, sus recuerdos, su memoria, su mente en su totalidad…”
― “…Claid…” – Lagales no podía entender la situación.
― “Soy Amerith, y tengo un pacto para mí y para ti… el cumplimiento de el hará que tu hermana sea devuelta a ti, el no cumplimiento repercutirá en su vida… desde hoy en adelante, y por los próximos tres meses te encargarás de llenar este reloj de arena…” – dijo ella entregándole el reloj del tamaño de un puño.
― “¿Qué haré con esto?” – interrogó Lagales.
― “Lo llenarás con los recuerdos de las criaturas que duermen sueños de otras personas… en otras palabras, tendrás que depositar en el las memorias de cien devoirs… al lograrlo dentro del plazo establecido, te dará el derecho de regresar con tu hermana…” – explico Amerith.
― “¿Devoirs? ¿Cómo se supone que haré eso?”
― “Eso depende de ti, serás capaz de encontrarlos gracias a ese reloj de arena que te entregue… ¿Qué piensas que fue eso que viste en la ventana de tu habitación esta mañana?
― “…eso era un… ¿devoir?”
― “¡Exacto! Y ese mismo atacó a tu hermana cuando tú te fuiste a tu entrevista… yo he venido a tratar de rescatar a tu hermana, pero al parecer no llegué a tiempo…” – explicó Amerith con tristeza.
― “¿Cuándo me fui? Eso significa que… Claid me estuvo llamando mientras la atacaron… ¿sufrió el ataque durante todo ese tiempo? Y yo… no fui capaz de… de… pro-te-gerla…” – los ojos de Lagales se llenaron de lagrimas. Mientras el rostro de su hermana perdía lucidez, y sus ojos se tornaban negros. – “Sus ojos… esas criaturas… ¿ellas son las que han atacado a toda esa gente?
― “¡BINGO!” – exclamó Amerith con tono burlesco.
― “Ella… sobrevivirá… ¿ella lo logrará?”
― “Si logras cumplir el pacto en el tiempo establecido o menos… ella podrá salvarse, mientras tu recolectes los recuerdos de cien devoir.” – contestó Amerith.
― “¿Cien? Hermana…” – dijo Lagales, llenando sus ojos de ira.
― “Yo tendré a tu hermana en mi custodia durante este tiempo, si no logras cumplir el pacto yo misma te mataré junto con ella… así que tráeme los recuerdos de cien devoirs al cabo de tres meses y tu hermana se salvará… tu tiempo comienza a correr en este momento.” – al decir estas palabras, el reloj comenzó a andar, pasando granos de arena de un lado hacia el otro y al mismo tiempo unas alas negras salían de la espalda de la mujer. Aleteando en la habitación, haciendo que todo se agitara, haló la cadena fuertemente y un portal rotatorio de luz apareció sobre su cabeza.
― “¡CLAID…! ¡TE JURO QUE TE TRAERE DE VUELTA!” – exclamó Lagales, levantando el reloj de arena que ahora ya estaba trabajando.
― “Solo no esperes ser el único detrás de las memorias de los devoirs… yo cuidaré de tu querida hermana hasta entonces…” – advirtió Amerith, y seguidamente desapareció elevándose hacia el portal luminoso, al hacerlo la habitación regresó a su iluminación normal, quedando Lagales en el suelo.
― “Hermana… Claid… te traeré de regreso… cueste lo que cueste… pero… ¿Qué debo hacer? – dijo Lagales levantándose del suelo, mirando al reloj de arena que pasaba granos de arena lentamente de un lado a otro, al momento en que un número cero se iluminaba en la parte superior del reloj este.
“Nuestros sueños y recuerdos son los hilos que componen nuestras relaciones con las demás entidades en el mundo… a falta de estos el mundo pierde su humanidad”
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Año 2015 Ciudad Egao. Se reportan dos nuevos asesinatos con las mismas características del extraño caso de los “ojos negros”. El alcalde de la ciudad ha declarado estado de emergencia al tener ahora más de mil casos bajo el mismo modus operandi, la policía aun es incapaz de identificar al criminal, aunque los rumores dicen que se trata de más de un individuo y está siendo ligado a una nueva banda de delincuentes que han comenzado a infringir la ley en la ciudad…
― “Es lo mismo todos los días… ¡moh~!... mas de mil víctimas esto da miedo.” – dijo Lagales apagando la televisión, era temprano por la mañana y tomaba su desayuno en la cocina de su apartamento, en donde vivía con su hermana, Claid.
― “¡Y ver esas imágenes tan fuertes durante esta hora… que imprudencia!” – exclamó Claid, la hermosa hermana de Lagales. Ambos asistían a la universidad, ella un año detrás de su hermano.
― “Me asusta que ahora sea más seguido, y ahora sobreviven pocas personas que son atacadas de esa forma…”
― “Estaba pensando en que deberíamos mudarnos pronto, podríamos regresar a casa de nuestro padre ¿no te parece?” – interrogó Claid.
― “¡NI PENSARLO! No pienso regresar a donde ese viejo cascarrabias…” – exclamó Lagales, derramando algo de café sobre la mesa.
― “¿Sigues molesto con él desde lo que pasó hace dos años? Sabes bien que no fue culpa suya, ni nuestra… son cosas que pasan.” – explicó Claid, limpiando la mesa con un trapo y secando la mano de Lagales que no se percataba de lo caliente del café.
― “Es un cabezota… pero en fin, no pienso mudarme de este lugar, hemos encontrado un lugar perfecto para estudiar, tú tienes a tu novio y yo… ¡yo te tengo a ti y este magnífico apartamento!” – exclamó el, ahora derramando completamente el café sobre él.
― “¡LAGALES! Ahora tendrás que vestirte otra vez, apúrate que se hace tarde…” – le reclamó su hermana.
― “¡Tan mandona como siempre!” – Sonríe - “Sin duda eres el retrato en vida de mamá” – dijo el colocando su mano en la cabeza de Claid. Ella se sonroja y se dispone a limpiar el desastre que su hermano dejó.
― “¡Anda, anda! A cambiarte que se te hará tarde para tu entrevista… - dijo ella empujándolo hacia su habitación. – “… y tu eres el vivo retrato de papá…” – musitó ahora ella mientras cerraba la puerta de la habitación de Lagales.
― “Esa entrevista… debo esforzarme por obtener el empleo… ¡ánimo Lagales!” – pensó él, cambiándose de camisa. Al entrar al closet, nota algo que se mueve fuera de su ventana. – “¿Qué es eso?” – se preguntó a el mismo, caminando hacia la ventana.
Al correr la cortina el sol mañanero le deslumbra la vista, y al cabo de un rato recobra la normalidad, sin embargo, no logra ver más que los edificios de enfrente.
― “Fue simplemente mi imaginación…”
***
“Los relojes de arena ocultan muchos secretos… ¿Cómo se detiene el flujo del tiempo?”
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― “Lagales Namare… ¿Lagales Namare? Es el siguiente… ¿Lagales? – llamaba la recepcionista de la oficina.
― “Amigo, te están llamando, es tu turno…” – dijo un hombre sentado a la par de Lagales, que le trataba de despertar de sus pensamientos empujándolo con el codo.
― “¡AH! Si, soy yo… Lagales Namare…” – dijo el levantándose del asiento.
― “Pase a la oficina del director, ya se encuentra esperándolo.” - explicó la recepcionista, dándole una ficha con información de la compañía. Mientras Lagales caminaba hacia la oficina para su entrevista, su teléfono celular comenzó a vibrar. – “¿Quién podrá ser? En un momento como este… bueno tendrá que esperar.” – entonces entró a la oficina.
Su teléfono no dejo de vibrar durante los veinte minutos de la entrevista, la cual fue aburrida y nada prometedora, aunque le garantizaron que le llamarían pronto para una segunda entrevista. Entonces Lagales se dispuso a contestar su teléfono, pero este dejó de recibir la llamada en cuanto lo abrió, aunque pudo leer de quien procedían tan insistentes llamadas.
― “¿Claid?” – Lagales se preocupó y salió hecho una bala hacia su apartamento, en el camino trataba de llamar a su hermana, pero la red no parecía estar a su favor y sus intento de llamada eran fallidos. – “¿qué quería Claid tan insistentemente?” - se preguntaba el mientras continuaba con el celular a su oreja.
Al llegar a su apartamento, el ambiente se notaba más sombrío y misterioso, los peores pensamientos se apoderaron de Lagales. Al entrar en él, la sala estaba completamente oscura, no lograba divisar los muebles ni ninguna otra cosa en ella.
― “¡CLAID! ¿¡ESTAS AQUÍ?!” – gritó él, completamente asustado y entrando en pánico. Entró a la habitación de su hermana, de donde había notado que una extraña luz emanaba por detrás de la puerta. Al entrar sus ojos no podían creer lo que miraban, una mujer vestida de negro, con una apariencia moribunda en su rostro y con unos artefactos en su mano izquierda. En su mano derecha tenia sujetada una cadena plateada, que conectaba a un enorme objeto al fondo de la habitación.
― “¡CLAID!” – exclamó Lagales.
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― “¡QUIETO ALLI MUCHACHO! Tu hermana está durmiendo… profundamente…” – explicó la mujer abriendo sus ojos que eran de color rojo, ella parecía calmada y su voz era autoritaria.
― “¿Qué le has hecho a mi hermana menor?”
― “Nada de que me arrepienta… tu cambia tu forma de hablarme… y déjame explicarte nuestro pacto…” – dijo la mujer jugueteando con la cadena.
― “¡Quiero que la deje libre!” – exigió el tratando de arrebatar la cadena de las manos de aquella extraña y sombría mujer.
― “¡HE DICHO QUE TE CALMES!” – ordeno la mujer, haciendo que con la potencia de voz Lagales callera de rodillas al suelo y permaneciese así. – “…déjame explicarte nuestro pacto, he dicho… tu hermana ahora me pertenece, sus recuerdos, su memoria, su mente en su totalidad…”
― “…Claid…” – Lagales no podía entender la situación.
― “Soy Amerith, y tengo un pacto para mí y para ti… el cumplimiento de el hará que tu hermana sea devuelta a ti, el no cumplimiento repercutirá en su vida… desde hoy en adelante, y por los próximos tres meses te encargarás de llenar este reloj de arena…” – dijo ella entregándole el reloj del tamaño de un puño.
― “¿Qué haré con esto?” – interrogó Lagales.
― “Lo llenarás con los recuerdos de las criaturas que duermen sueños de otras personas… en otras palabras, tendrás que depositar en el las memorias de cien devoirs… al lograrlo dentro del plazo establecido, te dará el derecho de regresar con tu hermana…” – explico Amerith.
― “¿Devoirs? ¿Cómo se supone que haré eso?”
― “Eso depende de ti, serás capaz de encontrarlos gracias a ese reloj de arena que te entregue… ¿Qué piensas que fue eso que viste en la ventana de tu habitación esta mañana?
― “…eso era un… ¿devoir?”
― “¡Exacto! Y ese mismo atacó a tu hermana cuando tú te fuiste a tu entrevista… yo he venido a tratar de rescatar a tu hermana, pero al parecer no llegué a tiempo…” – explicó Amerith con tristeza.
― “¿Cuándo me fui? Eso significa que… Claid me estuvo llamando mientras la atacaron… ¿sufrió el ataque durante todo ese tiempo? Y yo… no fui capaz de… de… pro-te-gerla…” – los ojos de Lagales se llenaron de lagrimas. Mientras el rostro de su hermana perdía lucidez, y sus ojos se tornaban negros. – “Sus ojos… esas criaturas… ¿ellas son las que han atacado a toda esa gente?
― “¡BINGO!” – exclamó Amerith con tono burlesco.
― “Ella… sobrevivirá… ¿ella lo logrará?”
― “Si logras cumplir el pacto en el tiempo establecido o menos… ella podrá salvarse, mientras tu recolectes los recuerdos de cien devoir.” – contestó Amerith.
― “¿Cien? Hermana…” – dijo Lagales, llenando sus ojos de ira.
― “Yo tendré a tu hermana en mi custodia durante este tiempo, si no logras cumplir el pacto yo misma te mataré junto con ella… así que tráeme los recuerdos de cien devoirs al cabo de tres meses y tu hermana se salvará… tu tiempo comienza a correr en este momento.” – al decir estas palabras, el reloj comenzó a andar, pasando granos de arena de un lado hacia el otro y al mismo tiempo unas alas negras salían de la espalda de la mujer. Aleteando en la habitación, haciendo que todo se agitara, haló la cadena fuertemente y un portal rotatorio de luz apareció sobre su cabeza.
― “¡CLAID…! ¡TE JURO QUE TE TRAERE DE VUELTA!” – exclamó Lagales, levantando el reloj de arena que ahora ya estaba trabajando.
― “Solo no esperes ser el único detrás de las memorias de los devoirs… yo cuidaré de tu querida hermana hasta entonces…” – advirtió Amerith, y seguidamente desapareció elevándose hacia el portal luminoso, al hacerlo la habitación regresó a su iluminación normal, quedando Lagales en el suelo.
― “Hermana… Claid… te traeré de regreso… cueste lo que cueste… pero… ¿Qué debo hacer? – dijo Lagales levantándose del suelo, mirando al reloj de arena que pasaba granos de arena lentamente de un lado a otro, al momento en que un número cero se iluminaba en la parte superior del reloj este.
Episodio del Secuestro Parte 2
“…Tráeme los recuerdos de cien devoirs al cabo de tres meses y tu hermana se salvará… tu tiempo comienza a correr en este momento…”
Lagales observaba el número cero luminoso en el dorso del reloj de arena, tan extrañado de lo que había pasado, recordando las palabras de Amerith, el sonido de sus alas antes de marcharse junto a su hermana, la misión que ahora se le había encomendado. No solo estaba en completo shock sino que su mente no lograba comprender los actos que esa tarde habían acontecido. Pensaba en la posibilidad de que se tratara de un sueño, o mejor dicho, de una pesadilla. Para empezar jamás había visto a un devoir, a diferencia del que aparentemente había estado husmeando en su apartamento durante la mañana. La habitación estaba solitaria, Lagales yacía en el suelo, se encontraba pensando, inútilmente, en como rescatar a su hermana. Sin embargo, no tenía ni la mas mínima idea de cómo ayudarla, más que las instrucciones de aquella mujer alada.
― “¡CLAID!” – gritó él en medio de su desesperación. Entonces una luz roja apareció ante él, iluminando la habitación con el tono de la sangre, muchos sonidos extraños comenzaron a ensordecer sus oídos, lo que le hizo tapárselos con las manos. El estruendo era tal que el edificio parecía venirse abajo, los retratos y todo cuanto estaba colgado en la pared se caía animando a los nervios de Lagales a enloquecer. Cuando la luz se atenuó y la habitación quedó en silencio nuevamente, Lagales escuchó una voz perturbadora.
― “¿Deseas recuperar a tu hermana?” – interrogó la voz desconocida que ocupaba todo el aire en el lugar. Lagales apenas podía pronunciar palabra, pero en un esfuerzo por calmarse respondió.
― “S-si…”
― “Recuperarla tendrá un precio.”
― “¿un precio?” – Lagales comenzaba a asustarse.
― “El precio para recuperarla es… depositar en el reloj tus recuerdos cuando llegues al número noventainueve… el hacer eso habrás completado el conjuro para regresarla a este mundo.” ― dijo la criatura que aparecía frente a Lagales. Tenía los ojos rojos, de donde emanaba la luz que adornaba la habitación, el cuerpo parecía de humano pero sus ropas y sus ademanes eran más de animal que de persona. Lagales no alcanzaba a ver el rostro de aquel extraño ser, la luz era tan tenue que solo aquellos objetos iluminados por los ojos rojos eran los visibles.
― “¿Mis recuerdos? ¿No es suficiente con que tengan a mi hermana en su posesión?” ― interrogó Lagales, con un tono muy decepcionado.
― “¿Acaso tu hermana no los vale?” ― insistió la criatura al momento en que Lagales observaba que el reloj comenzaba a reaccionar de forma extraña, el número cero se volvía de color azul y el aparato apuntaba al ser de ojos rojos.
― “Si que los vale, pero no me servirá de nada recuperarla si no se quien es ella…” ― dijo firmemente Lagales sin soltar el reloj que apuntaba directamente a la criatura en ese momento.
― “Entonces… ¡tendré que tomar tus recuerdos yo mismo!” ― Al decir esto, el ser cobro una actitud violenta, y quiso atacar a Lagales, sin embargo su victima permanecía de pie con el reloj apuntando, sin moverse, solamente viéndolo con desprecio.
― “¿Has querido engañarme devoir? ― preguntó Lagales con lagrimas en sus ojos ― ¿sabes lo que es perder un ser querido?
― “¿Herí tus sentimientos? ¡Oh! Cuanto lo siento señor hermano mayor, no debí mentirle… pero tus recuerdos… ¡SERÁN MIOS!”― Entonces el devoir decidió atacar con sus manos a Lagales, lo tomó del cuello y lo aprisionó contra la pared ― “me divertí completamente absorbiendo los recuerdos de tu hermana… si esa mujer no hubiese llegado… hubiera tomado todas sus memorias…” ― al oír esto la furia se apoderó de Lagales, quien tomó el reloj con las dos manos y sin quererlo este se convirtió en una especie de espada.
― “¡Te atreviste a tocar a mi hermana! ¡LO PAGARÁS MUY CARO!” ― Una fuerza impresionante fue entregada a Lagales, empujando al devoir hacia el otro lado de la habitación, quien estaba impresionado. Lagales tomó el reloj convertido en espada, y sin pensarlo dos veces se abalanzo sobre el devoir y comenzó a enterrar la espada de forma desenfrenada en la criatura, con ira y sin apesadumbrarse por la escena de horror que estaba representando en ese momento. La sangre de la criatura se mezclaba con las lagrimas de Lagales cuando dijo ― “…Claid dejó de sonreír… nunca la había visto tan ausente de vida… y no pude protegerla…”
― “¡PERDONAME, PERDONAME, PERDO…!” ―el devoir dejó de decir palabra alguna. Lagales también guardó silencio, la espada dejó de enterrarse y durante un gran lapso de tiempo la habitación permaneció en calma.
― “Jamás podría perdonarte… le arrebataste su sonrisa, lo más preciado…” ― Lagales estaba en completo shock, era como si su cuerpo se hubiera movido solo. Entonces la espada regresó a su forma original, y quedó flotando sobre el rostro dolido del devoir. El reloj comenzó a emitir una luz suave de color azul, el devoir brillaba con el mismo tono. Unas formas ovaladas de luz llenaron el cuarto, rodeando al devoir por completo, este se iba desvaneciendo y la luz que salía de la criatura se introducía en el reloj, era un momento mágico. Lagales se dejó caer al piso, las lagrimas dejaron de correr, solo quedaba el agotamiento.
― “MEMORIA NUMERO UNO RECOLECTADA” ― dijo una voz que salía del reloj al momento en que el cero luminoso se tornaba en un uno.
― “Apenas uno… será un largo viaje” ― dijo otro ser que entraba a la habitación. Lagales volteó su cansado rostro hacia la puerta, pero su fatiga era tal que se desvaneció en el piso, quedando tirado.
***
― “Doscientos noventa y nueve mil novecientos noventa y tres, Doscientos noventa y nueve mil novecientos noventa y cuatro, Doscientos noventa y nueve mil novecientos…”
― “… ¿qué? ¿Qué pasó?” ― interrumpió Lagales.
― “Te quedaste dormido, mi buen amigo.” ― respondió el hombre que estaba sentado al lado de Lagales. Sus ropas no eran comunes, pero sin llegar a ser estrafalarias. Tenía el pelo largo y rojizo, sus ojos azules como el mar y la tez blanca como nieve, muy alto y de cuerpo atlético.
― “el devoir ¿qué pasó con él?”
― “Pues es obvio, absorbiste sus memorias…” ― dijo una mujer que estaba en el marco de la puerta, vestía con ropas similares al hombre, pero con una falda que mostraba sus rodillas. Sus cabellos eran dorados y largos, que casi tocaban el suelo. Los ojos parecían ser de un tono grisáceo-verdoso, y que reflejaban mucha pureza. Era tan alta como el hombre, con un cuerpo delgado y en buena forma.
― “Vaya que le diste una paliza” ― dijo el hombre.
― “¿Absorbí sus recuerdos?” ― preguntó Lagales, entonces él palideció, y colocó sus manos en su cabeza, como si le doliera.
― “Aquí viene…” ― dijo la mujer.
― “No creí que fuera a pasarle con la primera memoria recolectada.” ― dijo el hombre.
― “…duele… ¡YA BASTA! DUELE MUCHO…” ― exclamó Lagales sin soltarse la cabeza. Y entonces comenzó a tener una visión extraña, como si su cuerpo se desplazará a otra parte, en otro tiempo. Y entendió que lo que miraba eran los recuerdos del devoir que había derrotado.
* ― “¡PADRE, PADRE, PADRE! ¡NO LA MATES!” ― gritaba un niño, Lagales sentía como si su dolor fuera el mismo que el del niño. Un hombre, al parecer el padre del muchacho mataba a puñaladas a su esposa.
* ― “¡GUARDA SILENCIO MUCHACHO, ESTA MUJER ME HA ENGAÑADO CON MI MEJOR AMIGO, DEBE PAGAR!” ― gritó el padre, quien seguía apuñalando a la mujer aunque esta ya estaba sin vida.
* ― “Detente… ya no sigas” ― Lagales decía lo mismo que el niño, ambos al unísono. Pero eran palabras sordas para el hombre desquiciado.
* ― “¡TE HE DICHO QUE TE CALLES!” ― gritó el hombre lanzándose sobre el niño. Lagales bramó de dolor y luego volvió a caer en un sueño profundo.
― “Fue una tragedia” ― aclaró la mujer.
― “Odio que eso pase, pero es el precio para recuperar lo que hemos perdido…” ― explicó el hombre.
― “Tendrás que explicárselo cuando despierte.” ― dijo la mujer en tono burlesco.
― “¡¿YO?!”
― “Así es, fuiste tú quien insistió en venir. Ya te he dicho que no te metas en asuntos ajenos.”
― “Es que es inevitable ayudar a estas pobres entidades desesperadas.”
― “Solo buscas expiar tus pecados.”
― “Es posible, pero este chico tiene una voluntad muy grande.”
***
Durante mi sueño pude ver el sufrimiento de otros, la tragedia que volvió a ese niño en un devoir, la tragedia que cegó la bondad de un padre y esposo, la tragedia que apagó la vida de una madre y esposa. Si mi destino es acabar con ese albedrío, por el bien de mi hermana perdida, entonces, deberé seguir con este viaje. Apenas uno de cien ¿tendré que pasar por este dolor todas esas veces? ¿Por qué debo ser testigo de todas esas penas? ¿Bajo qué motivo? ¿Con que objetivo?
Lo que se, es que al final del camino seré capaz de ver la sonrisa de Claid nuevamente, eso será suficiente para compensar mi dolor tras cien memorias vividas y recolectadas. Debo considerar un honor el tener la oportunidad de vivir cien vidas más en una sola, aunque el sufrimiento sea cien veces mayor cada vez. Pero no tengo vuelta atrás.
***
― “Buenos días bello durmiente” ― dijo la mujer de ropas raras dándole un beso en la mejilla a Lagales, mientras éste despertaba.
― “¿Disfrutaste la siesta?” ― mofó el hombre.
― “¿Quiénes son ustedes?” ― interrogó Lagales.
― “Yo soy Sagcred, y ella es…”
― “Me llamo Allegra… encantada de conocerte…” ― interrumpió ella animosa.
― “Y yo soy…”
― “Ya sabemos quién eres, Lagales… y hemos venido a ayudarte en tu recolección” ― dijo Sagcred.
― “¡Y si quieres conocer chicas, Sagcred conoce muchas también!” ― susurró Allegra. Sagcred le regresó una mirada de furia.
― “Es un gusto conocerlos… pero ¿Cómo me ayudarán?” ― dijo Lagales dándoles la mano.
― “Eso déjanoslo a nosotros” ― dijo Sagcred levantándose de la silla en pose heroica. Lagales comenzó a contarles lo ocurrido, y ellos parecían conocer mucho más sobre los devoirs.
― “Lo que viste, fueron las ultimas memorias de un ser humano… luego seguramente no pudo despegarse de este mundo o algún otro devoir le arrebató los recuerdos… cada vez que recolectes un nuevo recuerdo, es posible que experimentes esas memorias como propias. Es una de las condiciones de recolectar memorias para encontrar lo que se ha perdido.” ― explicó Sagcred.
― “¿Ustedes que perdieron?” ― preguntó asustado Lagales.
― “Por los momentos debes saber que debes respetar a los devoirs debido a que su esencia sigue siendo humana…” ― respondió Allegra.
Entonces, Lagales notó que ellos dos portaban relojes similares al suyo. Allegra tenía el número nueve mil novecientos noventa y ocho [9998] en el suyo. Sagcred llevaba incrustado el numero Doscientos noventa y nueve mil novecientos noventa y cinco [299,995] en su reloj. Lagales se preguntó que valía tanto como para buscar tantos recuerdos, si el apenas necesitaba cien para recuperar a su hermana, seguramente algo tan preciado y valioso que requería un sacrificio mayor, pero fuera como fuera esa gente había estado pasando por el mismo dolor de Lagales y en muchas más ocasiones, Lagales pensó que su existencia debía estar muy adolorida.
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Lagales observaba el número cero luminoso en el dorso del reloj de arena, tan extrañado de lo que había pasado, recordando las palabras de Amerith, el sonido de sus alas antes de marcharse junto a su hermana, la misión que ahora se le había encomendado. No solo estaba en completo shock sino que su mente no lograba comprender los actos que esa tarde habían acontecido. Pensaba en la posibilidad de que se tratara de un sueño, o mejor dicho, de una pesadilla. Para empezar jamás había visto a un devoir, a diferencia del que aparentemente había estado husmeando en su apartamento durante la mañana. La habitación estaba solitaria, Lagales yacía en el suelo, se encontraba pensando, inútilmente, en como rescatar a su hermana. Sin embargo, no tenía ni la mas mínima idea de cómo ayudarla, más que las instrucciones de aquella mujer alada.
― “¡CLAID!” – gritó él en medio de su desesperación. Entonces una luz roja apareció ante él, iluminando la habitación con el tono de la sangre, muchos sonidos extraños comenzaron a ensordecer sus oídos, lo que le hizo tapárselos con las manos. El estruendo era tal que el edificio parecía venirse abajo, los retratos y todo cuanto estaba colgado en la pared se caía animando a los nervios de Lagales a enloquecer. Cuando la luz se atenuó y la habitación quedó en silencio nuevamente, Lagales escuchó una voz perturbadora.
― “¿Deseas recuperar a tu hermana?” – interrogó la voz desconocida que ocupaba todo el aire en el lugar. Lagales apenas podía pronunciar palabra, pero en un esfuerzo por calmarse respondió.
― “S-si…”
― “Recuperarla tendrá un precio.”
― “¿un precio?” – Lagales comenzaba a asustarse.
― “El precio para recuperarla es… depositar en el reloj tus recuerdos cuando llegues al número noventainueve… el hacer eso habrás completado el conjuro para regresarla a este mundo.” ― dijo la criatura que aparecía frente a Lagales. Tenía los ojos rojos, de donde emanaba la luz que adornaba la habitación, el cuerpo parecía de humano pero sus ropas y sus ademanes eran más de animal que de persona. Lagales no alcanzaba a ver el rostro de aquel extraño ser, la luz era tan tenue que solo aquellos objetos iluminados por los ojos rojos eran los visibles.
― “¿Mis recuerdos? ¿No es suficiente con que tengan a mi hermana en su posesión?” ― interrogó Lagales, con un tono muy decepcionado.
― “¿Acaso tu hermana no los vale?” ― insistió la criatura al momento en que Lagales observaba que el reloj comenzaba a reaccionar de forma extraña, el número cero se volvía de color azul y el aparato apuntaba al ser de ojos rojos.
― “Si que los vale, pero no me servirá de nada recuperarla si no se quien es ella…” ― dijo firmemente Lagales sin soltar el reloj que apuntaba directamente a la criatura en ese momento.
― “Entonces… ¡tendré que tomar tus recuerdos yo mismo!” ― Al decir esto, el ser cobro una actitud violenta, y quiso atacar a Lagales, sin embargo su victima permanecía de pie con el reloj apuntando, sin moverse, solamente viéndolo con desprecio.
― “¿Has querido engañarme devoir? ― preguntó Lagales con lagrimas en sus ojos ― ¿sabes lo que es perder un ser querido?
― “¿Herí tus sentimientos? ¡Oh! Cuanto lo siento señor hermano mayor, no debí mentirle… pero tus recuerdos… ¡SERÁN MIOS!”― Entonces el devoir decidió atacar con sus manos a Lagales, lo tomó del cuello y lo aprisionó contra la pared ― “me divertí completamente absorbiendo los recuerdos de tu hermana… si esa mujer no hubiese llegado… hubiera tomado todas sus memorias…” ― al oír esto la furia se apoderó de Lagales, quien tomó el reloj con las dos manos y sin quererlo este se convirtió en una especie de espada.
― “¡Te atreviste a tocar a mi hermana! ¡LO PAGARÁS MUY CARO!” ― Una fuerza impresionante fue entregada a Lagales, empujando al devoir hacia el otro lado de la habitación, quien estaba impresionado. Lagales tomó el reloj convertido en espada, y sin pensarlo dos veces se abalanzo sobre el devoir y comenzó a enterrar la espada de forma desenfrenada en la criatura, con ira y sin apesadumbrarse por la escena de horror que estaba representando en ese momento. La sangre de la criatura se mezclaba con las lagrimas de Lagales cuando dijo ― “…Claid dejó de sonreír… nunca la había visto tan ausente de vida… y no pude protegerla…”
― “¡PERDONAME, PERDONAME, PERDO…!” ―el devoir dejó de decir palabra alguna. Lagales también guardó silencio, la espada dejó de enterrarse y durante un gran lapso de tiempo la habitación permaneció en calma.
― “Jamás podría perdonarte… le arrebataste su sonrisa, lo más preciado…” ― Lagales estaba en completo shock, era como si su cuerpo se hubiera movido solo. Entonces la espada regresó a su forma original, y quedó flotando sobre el rostro dolido del devoir. El reloj comenzó a emitir una luz suave de color azul, el devoir brillaba con el mismo tono. Unas formas ovaladas de luz llenaron el cuarto, rodeando al devoir por completo, este se iba desvaneciendo y la luz que salía de la criatura se introducía en el reloj, era un momento mágico. Lagales se dejó caer al piso, las lagrimas dejaron de correr, solo quedaba el agotamiento.
― “MEMORIA NUMERO UNO RECOLECTADA” ― dijo una voz que salía del reloj al momento en que el cero luminoso se tornaba en un uno.
― “Apenas uno… será un largo viaje” ― dijo otro ser que entraba a la habitación. Lagales volteó su cansado rostro hacia la puerta, pero su fatiga era tal que se desvaneció en el piso, quedando tirado.
***
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― “Doscientos noventa y nueve mil novecientos noventa y tres, Doscientos noventa y nueve mil novecientos noventa y cuatro, Doscientos noventa y nueve mil novecientos…”
― “… ¿qué? ¿Qué pasó?” ― interrumpió Lagales.
― “Te quedaste dormido, mi buen amigo.” ― respondió el hombre que estaba sentado al lado de Lagales. Sus ropas no eran comunes, pero sin llegar a ser estrafalarias. Tenía el pelo largo y rojizo, sus ojos azules como el mar y la tez blanca como nieve, muy alto y de cuerpo atlético.
― “el devoir ¿qué pasó con él?”
― “Pues es obvio, absorbiste sus memorias…” ― dijo una mujer que estaba en el marco de la puerta, vestía con ropas similares al hombre, pero con una falda que mostraba sus rodillas. Sus cabellos eran dorados y largos, que casi tocaban el suelo. Los ojos parecían ser de un tono grisáceo-verdoso, y que reflejaban mucha pureza. Era tan alta como el hombre, con un cuerpo delgado y en buena forma.
― “Vaya que le diste una paliza” ― dijo el hombre.
― “¿Absorbí sus recuerdos?” ― preguntó Lagales, entonces él palideció, y colocó sus manos en su cabeza, como si le doliera.
― “Aquí viene…” ― dijo la mujer.
― “No creí que fuera a pasarle con la primera memoria recolectada.” ― dijo el hombre.
― “…duele… ¡YA BASTA! DUELE MUCHO…” ― exclamó Lagales sin soltarse la cabeza. Y entonces comenzó a tener una visión extraña, como si su cuerpo se desplazará a otra parte, en otro tiempo. Y entendió que lo que miraba eran los recuerdos del devoir que había derrotado.
* ― “¡PADRE, PADRE, PADRE! ¡NO LA MATES!” ― gritaba un niño, Lagales sentía como si su dolor fuera el mismo que el del niño. Un hombre, al parecer el padre del muchacho mataba a puñaladas a su esposa.
* ― “¡GUARDA SILENCIO MUCHACHO, ESTA MUJER ME HA ENGAÑADO CON MI MEJOR AMIGO, DEBE PAGAR!” ― gritó el padre, quien seguía apuñalando a la mujer aunque esta ya estaba sin vida.
* ― “Detente… ya no sigas” ― Lagales decía lo mismo que el niño, ambos al unísono. Pero eran palabras sordas para el hombre desquiciado.
* ― “¡TE HE DICHO QUE TE CALLES!” ― gritó el hombre lanzándose sobre el niño. Lagales bramó de dolor y luego volvió a caer en un sueño profundo.
― “Fue una tragedia” ― aclaró la mujer.
― “Odio que eso pase, pero es el precio para recuperar lo que hemos perdido…” ― explicó el hombre.
― “Tendrás que explicárselo cuando despierte.” ― dijo la mujer en tono burlesco.
― “¡¿YO?!”
― “Así es, fuiste tú quien insistió en venir. Ya te he dicho que no te metas en asuntos ajenos.”
― “Es que es inevitable ayudar a estas pobres entidades desesperadas.”
― “Solo buscas expiar tus pecados.”
― “Es posible, pero este chico tiene una voluntad muy grande.”
***
Durante mi sueño pude ver el sufrimiento de otros, la tragedia que volvió a ese niño en un devoir, la tragedia que cegó la bondad de un padre y esposo, la tragedia que apagó la vida de una madre y esposa. Si mi destino es acabar con ese albedrío, por el bien de mi hermana perdida, entonces, deberé seguir con este viaje. Apenas uno de cien ¿tendré que pasar por este dolor todas esas veces? ¿Por qué debo ser testigo de todas esas penas? ¿Bajo qué motivo? ¿Con que objetivo?
Lo que se, es que al final del camino seré capaz de ver la sonrisa de Claid nuevamente, eso será suficiente para compensar mi dolor tras cien memorias vividas y recolectadas. Debo considerar un honor el tener la oportunidad de vivir cien vidas más en una sola, aunque el sufrimiento sea cien veces mayor cada vez. Pero no tengo vuelta atrás.
***
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― “Buenos días bello durmiente” ― dijo la mujer de ropas raras dándole un beso en la mejilla a Lagales, mientras éste despertaba.
― “¿Disfrutaste la siesta?” ― mofó el hombre.
― “¿Quiénes son ustedes?” ― interrogó Lagales.
― “Yo soy Sagcred, y ella es…”
― “Me llamo Allegra… encantada de conocerte…” ― interrumpió ella animosa.
― “Y yo soy…”
― “Ya sabemos quién eres, Lagales… y hemos venido a ayudarte en tu recolección” ― dijo Sagcred.
― “¡Y si quieres conocer chicas, Sagcred conoce muchas también!” ― susurró Allegra. Sagcred le regresó una mirada de furia.
― “Es un gusto conocerlos… pero ¿Cómo me ayudarán?” ― dijo Lagales dándoles la mano.
― “Eso déjanoslo a nosotros” ― dijo Sagcred levantándose de la silla en pose heroica. Lagales comenzó a contarles lo ocurrido, y ellos parecían conocer mucho más sobre los devoirs.
― “Lo que viste, fueron las ultimas memorias de un ser humano… luego seguramente no pudo despegarse de este mundo o algún otro devoir le arrebató los recuerdos… cada vez que recolectes un nuevo recuerdo, es posible que experimentes esas memorias como propias. Es una de las condiciones de recolectar memorias para encontrar lo que se ha perdido.” ― explicó Sagcred.
― “¿Ustedes que perdieron?” ― preguntó asustado Lagales.
― “Por los momentos debes saber que debes respetar a los devoirs debido a que su esencia sigue siendo humana…” ― respondió Allegra.
Entonces, Lagales notó que ellos dos portaban relojes similares al suyo. Allegra tenía el número nueve mil novecientos noventa y ocho [9998] en el suyo. Sagcred llevaba incrustado el numero Doscientos noventa y nueve mil novecientos noventa y cinco [299,995] en su reloj. Lagales se preguntó que valía tanto como para buscar tantos recuerdos, si el apenas necesitaba cien para recuperar a su hermana, seguramente algo tan preciado y valioso que requería un sacrificio mayor, pero fuera como fuera esa gente había estado pasando por el mismo dolor de Lagales y en muchas más ocasiones, Lagales pensó que su existencia debía estar muy adolorida.
>> CONTINUARÁ...
Y el ending para no quitarle el aire a anime ;D
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